lunes, 28 de agosto de 2017

CORRUPCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA

creado por valentina ortiz y mariana valencia

 


Al hacer un abordaje a La Corrupción, su historia y sus consecuencias en Colombia, es
Necesario conocer el origen etimológico de la palabra corrupción procede del latín corrupto,
Que se refiere a los cambios respecto a lo que se considera la naturaleza esencial de las cosas. Así
Pues, se reconoce en la corrupción una forma particular de cambio en virtud de la cual algo
Esencialmente deja de ser lo que es o bien se aparta de la que fuera su original intención u
Objetivo. La naturaleza abstracta y la importancia del cambio desnaturalizado al que esta palabra
Se refiere, le han merecido una gran variedad de aplicaciones en la Ciencia, el Derecho y la
Filosofía.
En la actualidad, al margen de su vigencia en la Filosofía Moral y la Teología, resulta cada
Vez más frecuente el uso del término en referencia a la gestión del sector público. Cuando se
Asume que la gestión pública existe para encausar y optimizar los esfuerzos de los particulares
Hacia el bienestar colectivo, como lo hicieran antaño Adam Smith y Jean Jacques Roseau, la
Misma puede tenerse como corrupta en la medida en que se desvía deliberadamente del que se
Considera su fundamental objetivo.
Sin embargo, el término raras veces resulta tan interesante como cuando se utiliza para
Calificar determinadas formas de conducta o aún la naturaleza misma de la especie humana en
Otro sentido, la corrupción es la práctica que consiste en hacer abuso de poder, de funciones o de
Medios para sacar un provecho económico o de otra índole, refriéndose al mal uso del poder
Público para obtener
Una ventaja ilegítima, en la actualidad y como se tiene conocimiento a través de los diversos
Medios de comunicación, se han producido numerosos casos de corrupción en el sector público.
Esto demuestra no sólo la impunidad con la que pueden actuar los distintos servidores y
Funcionarios públicos, sino también la necesidad del endurecimiento de las leyes para estas
Situaciones y de una reforma política generalizada.
Así mismo hay que establecer que existen diversas instituciones y organismos que tienen la función el acometer lo que sería el control de la citada corrupción. Entre ellos se destaca,
Transparencia Internacional (TI), organización no gubernamental, fundada en la década de los
Años 90 y con sede en Berlín (Alemania), que se encarga de desarrollar distintas medidas con el
Claro objetivo de ponerle fin a la anteriormente citada acción.
La corrupción es considerada tanto un fenómeno social como un resultado económico; un
Fenómeno social, por cuanto la misma solamente es manifiesta en la interacción del ser humano
Con sus semejantes. Se trata de un resultado económico en tanto motivado por la expectativa de
Beneficios de dos o más particulares de los cuales al menos uno es un funcionario público.
Para efectos de este artículo se entiende como corrupción el uso indebido del poder que
Tienen las personas, derivado de los empleos que desempeñan en el nivel gubernamental y como
Consecuencia de ello obtienen beneficios para sí mismos o para terceras personas, generalmente
De tipo económico.
La percepción sobre la corrupción en el país se ha venido elevando en los últimos años, según
Lo revela el Índice de Percepción de Corrupción 2013 (IPC), de la agencia para la Transparencia

El informe califica de 0 a 100 la percepción sobre corrupción en el país y en ese estudio,
Colombia tiene 36 puntos, muy por debajo del promedio regional que es de 45 puntos. En la
Región el país está en el lugar 18. Para Transparencia Internacional, el problema sigue siendo
Alarmante y considera que la lentitud de la Justicia para castigar a los corruptos y las repetitivas
Prácticas de abuso del poder en todos los niveles del sector público se reflejan en la pobre
Calificación del país en este Índice de Percepción de Corrupción. (Transparencia Internacional,
2013)
En el IPC, Transparencia Internacional evalúa los niveles de percepción de corrupción en el
Sector público, basada en los resultados de diferentes estudios y encuestas realizadas a
Ejecutivos, expertos y analistas de riesgo, encontrándose que en el país: Aunque el Estado colombiano ya cuenta con buenas herramientas para luchar contra la corrupción,
Como el Estatuto Anticorrupción, no se percibe que estas medidas sean efectivas. Estos avances
Normativos contrastan con los numerosos escándalos de corrupción que muchas veces terminan
Impunes. (Transparencia Internacional, 2013, párr. 6), señala el comunicado que soporta el reporte.
Según lo que se señala en este comunicado, existen en Colombia las medidas, pero al parecer
No han sido muy efectivas porque no se muestran cambios significativos, a pesar de las campañas
Que se hacen a este respecto, lo que justifica que se endurezcan las sanciones como medida para
Intimidar a quienes recurren a estas prácticas que empobrecen al país y dañan su imagen a nivel
Nacional e internacional, lo que perjudica la inversión extranjera ante la falta de transparencia.
Elisabeth Ungir (2013) Directora Ejecutiva de Transparencia por Colombia afirma:
“Mientras continuemos viendo que hay justicia dilatoria para los corruptos y que los niveles de
Sanción no son coherentes con el gran daño social y económico, la percepción de corrupción no
Va a disminuir”. (Transparencia Internacional, 2013, párr. 7)
El sector privado no queda de lado pues este tiene una inmensa responsabilidad en el
Problema de la corrupción. En temas como la financiación de campañas políticas, donde
Lamentablemente se encuentra la génesis de la corrupción, los empresarios tienen que comenzar a
Ser más transparentes, contar a quiénes financian y bajo qué condiciones.
En el IPC, Dinamarca y Nueva Zelanda aparecen como los países menos corruptos del mundo, con
Una puntuación de 91. Colombia, como ya se mencionó está en el puesto 94, con una calificación de
36, mientras que los últimos lugares son para Afganistán, Corea del Norte y Somalia, con solo 8
Puntos cada uno.
        En América, el país mejor ubicado es Canadá, en el puesto 9 con una puntuación de 81. El segundo es
Barbados, con 75 puntos. Del vecindario, el primero es Uruguay, en el puesto 19, con 73 puntos, los
Mismos que tiene Estados Unidos.
En el caso Colombiano, el año pasado tuvimos la misma puntación, pero ocupamos el puesto 20 entre
Los países menos corruptos de la región. Ahora estamos en el puesto 18Reficar, los comedores escolares, Interpola, La Guajira, el cartel de los pañales, el ‘carrusel’ de la contratación, Estragal... La lista de casos de corrupción en Colombia parece interminable. ¿Qué está pasando?

La extensión y persistencia de las prácticas corruptas en el país demuestran que no se trata de un fenómeno ocasional y aislado, ni que es exclusivo de la política, sino que estamos ante tendencias profundamente arraigadas en la cultura que afectan los códigos morales más profundos.
La primera reacción ante este alud de corrupción es poner en entredicho la eficacia de los organismos de control y del sistema judicial. Pero aunque el papel de estas instituciones es muy importante, hay que notar que su actuación tiene ciertos límites y se reduce a los hechos cumplidos: estas entidades no hacen mucho en la prevención y poco o nada a la hora de combatir las raíces sociales del problema.

A estas últimas me propongo dirigir la atención en este artículo.

(Además: Corrupción es el principal problema del país en este momento: Gallup)

Los niveles de la moral
Empecemos por entender las etapas del desarrollo moral, que consiste en avanzar de una concepción centrada en el interés personal hacia el reconocimiento cada vez más extenso de los derechos ajenos. En los estudios sobre psicología infantil (especialmente en los textos ya clásicos de Jean Piaget o de Lawrence Kohlberg) se han identificado varios niveles o fases sucesivas en el proceso de construcción moral:

• En la fase de orientación egocéntrica, el yo y lo mío son lo central.

• En el nivel teocéntrico, los grupos a los cuales pertenezco y con los cuales me identifico pasan a ser el foco: la familia, la comunidad local o el país como un todo (por ejemplo, en el nacionalismo).

• Bajo la orientación mundo-céntrica, toda la humanidad constituye mi foco de referencia.

• Y en el plano homocéntrico, mi orientación se extiende a todos los seres vivos.

El proceso de desarrollo moral es acumulativo, o sea que el reconocimiento de los derechos se va ampliando sin excluir los referentes anteriores. Pero no todos los niños ni en todas las culturas se completan el proceso, de modo que la moralidad de muchas personas adultas corresponde a las etapas iniciales.

Los niveles superiores de esta escala (mundo y homocéntrico) son esenciales para fundamentar una moral genuinamente interesada por los temas ambientales, por ejemplo. Y en el nivel teocéntrico, el individuo necesita al menos abordar el país como un todo para fundamentar una moralidad genuinamente preocupada por la corrupción.

Aquí es donde está el problema: muy pocas personas alcanzan el nivel teocéntrico ampliado. Es decir, a pocos les importa el país como un todo. Veamos por qué.

País dividido
Para empezar, consideremos el origen de nuestra estructura social. Esta proviene de la Conquista española, la cual entronizó una jerarquía de castas fundamentada en la pureza racial durante más de tres siglos. La Independencia, auspiciada por los criollos blancos, llevó a la abolición formal de las castas, pero no acabó las prácticas sociales de exclusión o discriminación por razones de sangre.

Esto implicó la persistencia de sistemas de relaciones de dependencia personal, lo cual ha impedido el desarrollo de una solidaridad nacional democrática, elemento esencial para una moral colectiva genuina. Más bien, la solidaridad se ha ejercido dentro de redes familiares y de clientelismo, que son muy limitadas.

La otra cara de la moneda ha sido el elitismo que dicha jerarquía entraña y que implica un sentido de privilegio, de no estar sometido a reglas. Por eso se han acuñado refranes como “la ley es para los de ruana”. Esto es importante, porque los estratos altos y medio-altos son los mayores agentes de la corrupción en Colombia. Desde luego, se encuentra la criminalidad más abierta en los estratos inferiores, pero esta nace en parte de las dificultades de acceso a las oportunidades económicas.

El tránsito hacia una economía de mercado, que se dio en el país mientras se mantenía la estructura anterior, significó la creciente intensificación de un nuevo criterio de éxito: el económico. La individualización que conllevaba esta visión de éxito se ha traducido en el abandono progresivo de los valores tradicionales que daban prioridad a la lealtad y a la obediencia. Esta erosión de valores implicó el regreso desde niveles teocéntricos más amplios a unos menos amplios, hasta llegar al nivel puramente egocéntrico.

Por otra parte, la conformación física del país (compuesta por regiones separadas, heterogéneas y con precarias vías de comunicación) dio lugar a una nación fragmentada donde los “otros” no están articulados con el centro. Por ejemplo, en lo simbólico, apenas hacia 1920 el país tuvo oficialmente un himno nacional. Y tampoco contribuyó a la integración la persistencia del conflicto armado.

Ligado a lo anterior aparece la ausencia de un Estado con la fortaleza suficiente para garantizar el reinado de la ley y la responsabilidad política de los elegidos (especialmente en la periferia). Tal como lo han mostrado, entre otros, los trabajos de Fernán González, Alejandro Reyes y Francisco Gutiérrez, lo que ha existido históricamente es un acomodo entre élites nacionales, regionales y locales: las primeras conceden a las segundas un amplio grado de autonomía a cambio de su respaldo.

Esta fragmentación mina por completo la independencia y efectividad de las escasas y débiles instituciones nacionales, estimula el clientelismo y permite la corrupción. Por ejemplo, muy recientemente el presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, Juan Martín Caicedo, habló de este fenómeno en referencia a la adjudicación y realización de obras.

Por otra parte, el limitado crecimiento económico del país y la concentración de sus beneficios han significado niveles de apenas subsistencia para la mayoría de colombianos. Como ha explicado el psicólogo Abraham Maslo, esta precariedad en las condiciones de vida obliga a concentrar la atención en satisfacer las necesidades más básicas, pero no permite pensar en los niveles superiores, donde se fundamentan la moralidad y la solidaridad.

(Lea: Conozca cuáles son las 500 empresas que deberán tener plan anti soborno)

¿Se puede hacer algo?
Sin duda, los grandes cambios sociales del último siglo han incidido sobre los patrones de la moralidad, y en algunos contextos o sentidos han ayudado a crear nuevas solidaridades integradoras. Por ejemplo, la concentración demográfica en centros urbanos, la industrialización, el cambio tecnológico, la generalización de la educación y el desarrollo de los medios de comunicación (hasta llegar a internet). A esto se suman la expansión demográfica y el rejuvenecimiento de la población.

Todo esto constituye el fundamento de una nueva esfera de opinión pública crecientemente crítica, cuya presencia e impacto se muestra en la cada vez mayor censura popular no solo a la corrupción y la criminalidad, sino al irrespeto de los derechos fundamentales, de género y de los animales, entre otros.

No obstante, la mayoría de colombianos viven todavía marcados por relaciones de dependencia personal, en condiciones no muy alejadas de la subsistencia y con solidaridades ancladas primariamente en redes familiares extendidas, lo cual inhibe el desarrollo de una moral universal. Solamente el crecimiento de una clase media próspera, segura e independiente puede fortalecer la capacidad moral.

La intensificación mundial del capitalismo neoliberal viene imponiendo modos de vida caracterizados por la primacía del consumo, el cual tiene un referente esencialmente privado e individual que erosiona los valores y las solidaridades más amplias. En tal sentido, el capitalismo actual auspicia una regresión a identidades ancladas en lo egocéntrico. Lo mismo hace las tendencias de concentración del ingreso y de la riqueza, especialmente fuertes en países como Colombia.

Esta situación refleja la gran dificultad para interiorizar las normas de equidad en sociedades permeadas por la injusticia. Las dificultades de una moral incluyente se reflejan, por ejemplo, en el escaso rechazo de los condenados y señalados por corrupción dentro de sus comunidades. Esto se manifiesta asimismo en la tranquilidad con la cual estos hacen despliegue público de sus riquezas.

En ausencia de una moral de base amplia, el Estado es percibido como un botín, una fuente de la cual hay que aprovecharse si la oportunidad lo permite. Y el sector privado no escapa a tendencias similares. Sin duda, las dificultades para acceder a canales alternativos de movilidad social pesan en este problema, como también pesa el anhelo desbordado de riqueza fácil.

Mientras no entendamos, reconozcamos y actuemos frente a estas raíces sociales y psicológicas de la corrupción, difícilmente habrá avances sostenibles en su contención. Desde luego, mejorar la actuación de las autoridades de sanción y prevención es muy importante. Pero es fundamental construir una moralidad ciudadana más amplia a través de enfoques de formación inteligentes con didácticas apropiadas para todas las dimensiones involucradas: socioeconómicas, cognitivas, emocionales y valorativas.

(También: Lo que está probado y lo que sigue en investigación sobre Odebrecht)

EDUARDO LINDARTE MIDDLETON*
Razón Pública
* Economista y doctor en sociología de la Universidad de Wisconsin. Coordinador del Departamento de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad Autónoma de Manizales.

Razón Pública es un centro de pensamiento sin ánimo de lucro que pretende que los mejores analistas tengan más incidencia en la toma de decisiones en Colombia.




FUNDAMENTOS




Sabed y Bruce (1998) definen la corrupción como «el mal uso o el abuso del poder público para beneficio personal y privado», entendiendo que este fenómeno no se limita a los funcionarios públicos. También se define como el "conjunto de actitudes y actividades mediante las cuales una persona transgrede compromisos adquiridos consigo mismo, utilizando los privilegios otorgados, esos acuerdos tomados, con el objetivo de obtener un beneficio ajeno al bien común". Por lo general se apunta a los gobernantes o los funcionarios elegidos o nombrados, que se dedican a aprovechar los recursos del Estado para de una u otra forma enriquecerse o beneficiar a parientes o amigos.

El concepto de corrupción difiere dependiendo del país o la jurisdicción. Lo cierto es que algunas prácticas políticas pueden ser legales en un lugar e ilegales en otros. En algunos países, la policía y los fiscales deben mantener la discreción sobre a quién arrestan y acusan, y la línea entre



Discreción y corrupción puede ser difícil de dibujar. Los países en que la transparencia de las cuentas públicas, adquisiciones, concesiones y similares sea reducida o incluso inexistente estarán más expuestos a estas acciones, pero si además los medios de información no son transparentes al informar a los ciudadanos o se ven coartados en la posibilidad de hacerlo o simplemente manipulados, el proceso de corrupción será más complicado de erradicar y juzgar.

Siguiendo a Max Weber, puede decirse que la gran diferencia entre el ejercicio del poder por el Antiguo Régimen y el mundo democrático, es que en el Antiguo régimen ese ejercicio era marcadamente patrimonialista. Sin embargo, en los regímenes democráticos, al recaer la soberanía en el pueblo, el ejercicio del poder tiene que responder ante la nación.3​ Por otro lado resultan útiles las aseveraciones de Teobaldo, quien, además de definir la corrupción como «el uso ilegal del oficio público para el beneficio personal», intuye que en el mundo preindustrial las dependencias personales dieron paso —en el mundo industrial— a la codificación formal de las organizaciones sociales buscando la eficiencia. Sin embargo, los lazos familiares o de amistad aún perduran con más presencia conforme se desciende en la pirámide burocrática. Los países desarrollados también presentan corrupción, pero ésta tiende a frenarse cuando se dan aumentos extraordinarios en la cantidad y la calidad de los medios de producción, y también si se diera una economía internacional basada en un sistema estable de intercambio de valores, bienes y servicio. Dijo alguna vez el difunto ex presidente Julio César Turbay Ayala: “Tenemos que reducir la corrupción a sus justas proporciones”;
Parece que los y las encargadas de la política en el país apoyan la anterior afirmación. En Colombia el uso de los recursos del
Estado de forma irregular, el aprovechamiento excesivo de las posiciones privilegiadas que otorga la política y la flaqueza de la justicia
Con respecto a estas ilegalidades, han permitido que la corrupción exista en el país por lo menos desde que los integrantes de este
Periódico estudiantil tienen uso de razón.
En la actualidad los hechos de corrupción más debatidos y cuestionados pertenecen a dos gobiernos diferentes. El primero fue el del
Ex presidente Álvaro Uribe Vélez con el programa de Agro Ingreso Seguro y la ‘Yidispolítica’, en donde se crearon distintas alianzas
E intercambios para obtener ciertos beneficios. El segundo pertenece al gobierno distrital del aún alcalde Samuel Moreno Rojas con
El tan criticado carrusel de la contratación. Todos estos actos son considerados por los ciudadanos como reprochables – unos más que
Otros, pues, al final, la población civil siempre será la víctima del mal uso de los recursos del Estado. No es sólo el hecho de robarse
Unos “pesitos” o de intercambiar beneficios, esta situación puede ser una de las explicaciones a los altos índices de indigencia en Colombia.
Si estos recursos tuvieran un buen uso, tal vez la brecha social en el país no sería tan amplia. De forma específica en Bogotá, el
Dinero bien utilizado podría incrementar la calidad de vida de los ciudadanos. Si éste se invirtiera en sus calles, en seguridad o incluso
En un mayor cubrimiento de la educación pública, viéndola como derecho fundamental, tal y como lo expresa la constitución política
De Colombia, las cosas podrían ser diferentes.
Sin embargo es también importante enfatizar que la corrupción no se trata únicamente del mal uso del dinero estatal. El aprovechamiento
De los privilegios que se tiene como funcionario público o empleado del Estado es otro mecanismo de corrupción. La ‘Yidispolítica’ es
Un ejemplo del uso viciado que se le dio a una posición privilegiada para tomar decisiones trascendentales para el país, afectando así la
Democracia colombiana. También está el caso del congresista Iván Moreno Rojas, quien sacó provecho de la posición privilegiada de
Su hermano para recibir beneficios propios.
No obstante, no se puede afirmar que la corrupción sea exclusiva en el mundo de la política; no sólo gobernadores, alcaldes, congresistas,
Presidentes o funcionarios públicos hacen parte de los escándalos de corrupción, también está el otro lado de la relación en donde
Hemos visto ciudadanos involucrados en estas alianzas. Los Nula, son en este momento los más escuchados como ciudadanos partícipes
En actos corruptos; pero no son los únicos. También están las familias Dongón, Lacouture, entre muchas otras que recibieron
los beneficios de Agro Ingreso Seguro, esto por dar sólo unos cuantos ejemplos. Lo anterior nos muestra que la corrupción no es un
Problema del Estado y que él solo deba solucionar. Se trata de una problemática más amplia que nos pertenece a todos. A pesar de lo
Expresado por el ex presidente Turbay, no se trata de un efecto colateral que debe verse reducido, es un delito que debe ser castigado, y
Una conducta que debería tratarse de eliminar.
Así, por el momento y a corto plazo se seguirán conociendo las decisiones de jueces y fiscales sobre los actos corruptos hallados; a
largo plazo, acabar con la corrupción, o por lo menos – si esto es imposible- reducirla lo más que se pueda, no a sus justas proporciones,
porque éstas no existen, pero sí a índices que el país no ha conocido.


TIPOS

Mujica reconoce dos tipos de corrupción:
La gran corrupción: que genera la desconfianza en las autoridades centrales, pervierte el funcionamiento del aparato estatal, y desvía recursos.
La pequeña corrupción: que tiende a movilizar pequeños montos de recursos económicos u otros bienes, y que se ubica en el escenario procedimental de atención al ciudadano. Algunas semanas atrás leí una vieja entrevista que le hicieron distintos
Usuarios del portal de la Fifa a Juan Sebastián Verón (Arg). Una
Pregunta me llamó considerablemente la atención, un niño quería saber
Cuál era el camino para llegar tan alto como él ha llegado. “La Brujita”
Le dio 3 consejos y al final le dijo algo que me quedó grabado desde
Entonces. Refiriéndose a la ruta para llegar a la gloria, cerró su respuesta
Diciendo “Y lo más importante, que no crean nunca que ya llegaron.
Porque cuando te la creés, empezás a bajar”. En ese momento sus
Palabras se perdieron en mi mente, sin embargo, días después mientras
Recorría en bus la destrozada carrera séptima de la capital de Colombia,
Me acordé de su mensaje y me di cuenta que tenía mucha razón.
Hace más de 10 años Bogotá inauguraba el Transmilenio, un sistema
De transporte masivo que revolucionaría la movilidad en nuestro país
Y tendría grandes repercusiones en incontables ciudades del mundo.
Ésta era tan sólo la punta del iceberg del desarrollo de una metrópoli
Que avanzaba a pasos agigantados en diversos frentes, la admiración
Internacional era tan sólo comparable con la confianza que tenían los
Ciudadanos en el gobierno. Todo parecía ir viento en popa, creíamos
Estar encaminados al desarrollo, hacia una urbe moderna, incluyente y
Competitiva. Pero los bogotanos cometimos el error de creernos en la
Cima sin haber llegado, y como dice el ídolo pincharata; “cuando te la
creés, empezás a bajar”. Y desafortunadamente nosotros no fuimos la
Excepción, nos tocó caer de la nube.
Una década después nos
Encontramos en el ocaso, en
El punto del pudo ser pero no
Fue, en una crisis profunda y
Preocupante. Se abren cientos
De frentes de obra pero se
Cierran pocos, se adjudican
Millonarios contratos que
Después son investigados por
Malos manejos, los ciudadanos
Debemos aguantar las
Consecuencias de la corrupción,
Los trancones y la inseguridad.
Y como si fuera poco, a todos
Estos problemas se suman uno
Más grave, los bogotanos hemos
Olvidado el papel que tenemos
En la administración distrital. Sin importar el grado de culpabilidad
Que tengan los Nule, los Moreno u otros funcionarios públicos, la
Indiferencia de la ciudadanía ha fomentado que ellos sientan libertad de
Hacer lo que quieran.
Son muchos los que se quejan por la situación, sin embargo cuando se
Les pregunta por soluciones prefieren distanciarse argumentando que la
Política es pura corrupción y definitivamente no les interesa. Yo creo que
Ambas posiciones son erróneas, en primer lugar no todos los políticos
Son corruptos, somos los ciudadanos quienes hemos permitido que en
Nuestro país prolifere esta relación. En segundo lugar, quienes evitan
Opinar en estos temas no se dan cuenta que es deber de todos construir
La sociedad en la que vivimos. No hace falta ser politólogo para hablar
De política, mucho menos hace falta hablar de política para opinar en el
Rumbo de nuestra ciudad. Basta con quererla y preocuparse por el futuro
Para trabajar en ella y ayudarla a salir del punto en el que se encuentra.
La solución está lejos pero no es imposible llegar a ella, los avances en
Las obras de la calle 26 demostraron que cuando se prenden las alarmas
Las cosas empiezan a funcionar, el problema es cuánto nos demoramos
En prenderlas. Habría preferido que hubiesen sido los vecinos y no una
Investigación periodística quienes hubieran denunciado el atraso de este
Proyecto, de todos modos no vale la pena lamentarnos sino aprender las
Lecciones que nos dejan los errores. Dentro de unos meses los bogotanos
Elegiremos quién debe ser el siguiente Alcalde, ojalá todos lo hagamos
A consciencia y escojamos el candidato más indicado para liderar este
Proyecto. Sin embargo, ojalá todos entendamos que la cosa no termina al
Depositar un papel en una urna, ese es sólo el comienzo del trabajo que
Tenemos que hacer todos los que queremos a Bogotá.
Cada vez que se abra un frente de obra cerca a nuestro lugar de
Trabajo, estudio o residencia, o cada vez que estemos cerca de un
Contrato público debemos ser veedores del trabajo del contratista. No
Podemos permitir que se roben
El dinero de los impuestos
En nuestras narices y mucho
Menos que se improvise en el
Gobierno distrital. Aunque nos
Parezcan inservibles, todas las
Instituciones distritales tienen
Canales de opinión y defensoría
Del ciudadano por medio de las
Cuales nos podemos quejar ante
Cualquier abuso. En caso de no
Resolver nuestro problema se
Pueden fomentar asociaciones de
Veeduría ciudadana organizada
Como lo es “la séptima se
Respeta”, agrupaciones locales
O juntas de acción comunal
Que transmitan nuestras inconformidades y en casos extremos se puede
Llegar a demandar legalmente al gobierno distrital.
La indiferencia no puede ser la salida, decir simplemente que no nos
Interesa la política por ser pura corrupción es por un lado mostrar total
Desinterés por nuestra ciudad y por otro darle vía libre a quienes la han
Llevado a su punto actual. Deberíamos cambiar la actitud pasiva que
Nos ha caracterizado por una activa que devuelva a la esfera pública a
Quienes nunca debimos haber salido de ella, los ciudadanos. Es cuestión
De voluntad, liderazgo y sobre todo amor por Bogotá, la ciudad que a
Muchos nos lo han dado todo.

CAUSAS


Las causas pueden ser endógenas (internas) o exógenas (externas):
Entre las muchas causas endógenas (las que tienen que ver con el individuo) podemos enlistar las siguientes:
Carencia de una conciencia social.
Falta de educación o de una cultura del compromiso.
Paradigmas distorsionados y negativos.
Personalidades antisociales y megalomanía.
Percepción sesgada del grado de corrupción presente.
Infravaloración de la posibilidad de ser descubierto.
Como elementos exógenos de la corrupción (los que dependen de la sociedad), tenemos:
Impunidad efectiva en los actos de corrupción.
Corporativismo partidista.
Modelos sociales que transmiten una falta de valores, realizando una carencia de estos.

Excesivo poder discrecional del funcionario público.
Concentración de poderes y de decisión en ciertas actividades del gobierno.
Discrecionalidad y escasez de decisiones colegiadas.
Soborno internacional.
Control económico o legal sobre los medios de comunicación que impiden se expongan a la luz pública los casos de corrupción.
Salarios demasiado bajos.
Falta de transparencia en la información concerniente a la utilización de los fondos públicos y de los procesos de decisión.
Poca eficiencia de la administración pública.
Extrema complejidad del sistema.
Una clasificación de las causas de la corrupción reunida por Arjona de los aportes de autores como Cagliari, Rose-Eckermann y Johnston identifica tres tipos: económicos, político-institucionales y culturalesHablar de corrupción en Colombia es un tema de vieja data, además de ser polémico y natural para muchas personas, es el resultado de la poca credibilidad que los ciudadanos tienen de sus representantes y a su vez de las instituciones de nuestro país.
Los escándalos cada vez son más grandes y graves del que acaba de suceder, por eso escuchamos expresiones tan comunes como el “carrusel de la contratación”, “ollas podridas”, “carteles”, etc y por estos tiempos es fácil pensar cuál será el próximo en destaparse.
Además de los problemas que tiene toda sociedad, la corrupción es otro dolor de cabeza para nuestro pueblo, surge entonces varios interrogantes ¿hasta cuando? ¿por que es tan atractiva la corrupción? ¿cuántos más? y serian  a su vez muchos los motivos que podría tener un ciudadano para cometer estos ilícitos, a continuación enunciare varias de las causas:
Falta de valores que ayuden a tomar buenas decisiones y las buenas costumbres: es algo que desde niños se debe inculcar y enseñar por parte de los padres, docentes, y la sociedad en general  porque son herramientas para toda la vida del ser humano.
Instituciones débiles: aun cuando es un ambiente complejo, las instituciones encargadas de vigilar, controlar y sancionar no muestran resultados alentadores para menguar el daño al patrimonio de la Nación.
No se denuncia: aprendimos a vivir con el problema y lo aceptamos por ende no tenemos conciencia de avisar a las autoridades encargadas de este flagelo.
Miedo: el Estado no ofrece garantías para las personas que toman la decisión de denunciar las irregularidades que observan o son participes en las instituciones.
No hay educación para saber donde se denuncia.
Falta de información clara en los procesos de contratación.
El mensaje final es una invitación para que desde nuestros hogares demos el mensaje y enseñemos a que todos los miembros cumplamos nuestro deber como ciudadanos y de esta forma comenzaremos a formar una sociedad más justa, equitativa y  menos conflictiva. "No puede haber democracia sin lucha contra la corrupción, porque la corrupción no es solamente un delito, es un sistema de poder alternativo al sistema democrático de poder.  Lo mismo pasa con los mafiosos, los mafiosos no son solamente criminales, la mafia es un sistema de poder económico, un sistema de poder político, un sistema de poder religioso, un sistema de poder financiero(...) La nueva corrupción del tercer milenio se llama conflicto de intereses. El conflicto de intereses destruye la democracia, el libre mercado, destruye el normal funcionamiento del sistema".

Esta frase, pronunciada por Leoluca Orlando, diputado italiano y ex alcalde de Palermo durante una visita a Bogotá el mes noviembre de 2009[1], sintetiza de manera contundente los alcances e implicaciones de la corrupción en el mundo.

En particular, es importante llamar la atención sobre la relación que establece entre corrupción y democracia.   Las prácticas corruptas impiden materializar los principios y los objetivos del Estado Social de Derecho, en la medida en que concentran en manos de unos pocos los recursos y bienes que deberían destinarse a intereses colectivos; distorsionan la toma de decisiones a favor de intereses particulares; aumentan los costos de administración de bienes y servicios públicos y privados; debilitan el respeto por la autoridad, erosionan la confianza ciudadana en las instituciones, y contribuyen a debilitar la legitimidad del Estado.

También es relevante señalar la vinculación que según Orlando existe entre la corrupción y los actores y acciones de naturaleza mafiosa.  Esto es especialmente cierto  para el caso colombiano, donde esta relación se ha puesto en evidencia de manera   contundente en los últimos años, cuando sectores vinculados con actividades ilegales -narcotráfico y paramilitarismo- resultaron comprometidos en la captura y la reconfiguración cooptada del Estado, fenómenos evidentemente imbricados con prácticas corruptas.  No en vano varios analistas colombianos,  han hablado de la existencia de un círculo perverso entre corrupción, violencia y narcotráfico.

Una corrupción más grave
Por ejemplo,  Luis Jorge Garay se refiere a este fenómeno en los siguientes términos: "Aquello que, hasta hace algunos años, se conocía como corrupción -el soborno, la adjudicación indebida de contratos, el clientelismo y el desvío de recursos públicos- ha cambiado al punto de que actualmente sólo puede analizarse y entenderse en un contexto más amplio que el tradicional, ante el papel determinante que han ejercido procesos y actores de corte mafioso"[2].

Esto hace que la acepción tradicional de la corrupción, que ha sido definida por Transparencia Internacional como "el abuso de posiciones de poder o de confianza, para el beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir bienes o dinero en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones",  se quede corta para entender la complejidad del fenómeno en sociedades como la nuestra.   Y que sea necesario abordarla como una "práctica funcional en la organización económica, política y social existente que se manifiesta bajo una lógica de interacción de agentes para la satisfacción de intereses de grupos poderosos legales e ilegales al margen del mercado y en veces de la institucionalidad, en detrimento de intereses y propósitos de la colectividad"[3].

Debilidad de Colombia
Además de lo anterior, hay algunas condiciones estructurales del Estado colombiano, del sistema y del ejercicio político que se constituyen en caldo de cultivo para la corrupción. Entre ellas,

La concentración creciente del poder en el Ejecutivo y las debilidades del sistema de pesos y contrapesos;
El clientelismo;
La impunidad;
La falta de transparencia en la financiación de la política;
La "cultura del atajo" y el "todo vale";
Una débil cultura de rendición de cuentas;
El incumplimiento por parte de muchas entidades públicas del derecho de acceso a la información;
Fallas en el diseño de la institucionalidad estatal, e
Incumplimiento de la normatividad vigente.
Además, la corrupción está inmersa en toda la sociedad, involucrando al sector público, al sector privado y a la ciudadanía.  Dicho en otras palabras, el fenómeno parece estar relacionado con causas de orden ético, social, político y administrativo.

Mal en el ranking mundial
Las diferentes mediciones realizadas sobre la corrupción en Colombia muestran un panorama bastante desalentador.  Según el Índice de Percepción de Corrupción 2010 de Transparencia Internacional, Colombia obtuvo un puntaje de 3,5 (siendo "0" la calificación más baja, es decir alta percepción de corrupción, y 10 la más alta, o sea la percepción de corrupción más baja).  Esto sitúa al país en el puesto 78 entre 178 países evaluados. De otra parte, en el contexto americano, Colombia ocupa el décimo puesto (entre 18) y en el Latinoamericano, el cuarto (El Cuadro anexo al final de este artículo presenta la información desagregada).

Adicionalmente debo resaltar que durante los últimos doce años no ha habido cambios significativos,  lo cual indica que las políticas y acciones emprendidas para enfrentar la corrupción no han sido eficaces.

De otra parte, según el Barómetro Global de Corrupción 2009 (cuadros 1 y 2),  Colombia tiene uno de los niveles más altos de desconfianza en los partidos políticos y en el poder legislativo del Continente. Estas instituciones son percibidas como las más permeadas por la corrupción.  De la misma manera, Colombia es el país que en mayor grado percibe al sector privado como corrupto, al igual que a los medios, los funcionarios públicos y el poder judicial.


EFECTOS ECONÓMICOS

Un reciente estudio, coordinado por Fernando Cepeda Ulloa analiza el fondo de la corrupción y la percepción de los colombianos sobre el fenómeno. Estos son algunos apartes.
LAS CAUSAS DE LA CORRUPCION LAS CAUSAS DE LA CORRUPCION
De acuerdo con el sistema de análisis desarrollado por Robert Klitgaard, puede esperarse que la corrupción aumente con el grado de ineficiencia en el cual se desarrolla la actividad de las instituciones, con la discrecionalidad de los funcionarios, con el grado de monopolio sobre los servicios que prestan, con los ingresos que pueden obtenerse en las actividades corruptas, con una baja probabilidad de ser descubierto, con unos bajos castigos para las actividades corruptas y con una baja sanción social sobre los individuos corruptos.

INEFICIENCIA
Esta es, probablemente, la causa más importante de la corrupción. La ineficiencia reduce la calidad del servicio que las entidades prestan al público y, por consiguiente, crea estímulos tanto para que cliente ofrezca dinero a cambio de la obtención del servicio como para que el funcionario se involucre en este tipo de transacciones. La ineficiencia está asociada a la carencia o el pobre funcionamiento de los sistemas de planeación y control, lo que hace difícil diferenciar los efectos de las acciones corruptas, establecer las responsabilidades y aplicar los castigos.
Un estudio completo de la ineficiencia en el sector público colombiano va más allá de los propósitos de este informe, pero algunas de sus causas y manifestaciones identificadas en el pasado merecen ser mencionadas:
El gobierno se ha sobreextendido en sus funciones. En el pasado, el Estado asumió responsabilidades sobre la provisión de un número demasiado grande de bienes y servicios que no podía cumplir en la forma apropiada. Como resultado necesario, esas funciones se han cumplido con bajos niveles de eficiencia y eficacia.
tanto los funcionarios de primer nivel en las entidades como las políticas de las instituciones son muy inestables. El frecuente relevo de directores lleva a que los cargos de mayor responsabilidad sean ocupados por personas de su confianza, lo que trunca las posibilidades de ascenso de los empleados que han permanecido mayor tiempo en las entidades. A su vez, esto lleva a la idea extendida entre los empleados medios y bajos de que la calidad de la gestión no es importante, pues los resultados no tienen posibilidades de salir a la luz ya que serán borrados por una administración diferente, que necesariamente llegará pronto con nuevos planes y prioridades. Las entidades públicas ofrecen escasos incentivos para el desarrollo profesional de los funcionarios en general. La primacía de los criterios políticos en la selección del personal y en la asignación de los ascensos refuerza la tendencia. Con algunas excepciones, el prestigio asociado al desempeño de un cargo público se ha reducido dramáticamente en Colombia en las últimas dos décadas. Los profesionales recién graduados, en particular los más brillantes, muestran un interés decreciente por trabajar con el Estado.
Lo anterior lleva a que la calidad profesional de los empleados del sector público en general sea baja. A la falta de estímulos en cuanto a posibilidades de surgimiento profesional se añaden los bajos salarios que pagan las entidades públicas. Las restricciones presupuestales han generado un descenso de los salarios de los funcionarios en términos reales y en particular en comparación con los niveles del sector privado. Los salarios de entrada son particularmente bajos, lo que refuerza la tendencia a la vinculación de los mejores profesionales recién egresados al sector privado. El estado de ánimo en general de los funcionarios públicos es de apatía y falta de iniciativa.

La conformidad del funcionario público es en muchos casos resignación dizfrazada. En otros estrategia para permanecer en una oportunidad que probablemente no se repetirá, y en otros consecuencia de la falta de una adecuada motivación para entender con claridad el alcance de las tareas que están a su cargo".
Dentro de la administración del estado no hay un sistema que premie la gestión eficiente y castigue la ineficiente. Un sistema de carrera admnistrativa que tiene fuerza legal, pero no está siempre basado en la promoción de acuerdo con el mérito, tiende a generar estabilidad laboral para el personal ineficiente o corrupto, y escasas motivaciones para los buenos profesionales.
No existen sistemas efectivos y generalizados de control de resultados, de modo que no se cuenta con los parámetros necesarios para medir la efectividad del desempeño. Frecuentemente existe confusión respecto de los propios objetivos de las instituciones. La falta de organizacion y planeación hace que sea muy difícil obtener información oportuna y exacta sobre los resultados de la gestión. Este solo factor es una de las principales explicaciones del caos administrativo y la corrupción.

MALA CALIDAD DEL CONTROL
De acuerdo con lo visto anteriormente, la corrupción aumenta cuanto menores sean tanto la probabilidad de que el agente corrupto sea descubierto, como la fuerza del castigo cuando se aplica. En ambos casos la evaluación de la situación colombiana es poco favorable.
Los mecanismos de control de los resultados dc la gestión pública én Colombia son de baja calidad, tanto en lo que se refiere al control puramente administrativo e interno de las instituciones, como al castigo penal a cargo de agentes externos (por ejemplo, el sistema judicial) .
El control administrativo que debería ser llevado a cabo por cada entidad individual no es efectivo por varias razones. En primer término, como ya se mencionó, las entidades frecuentemente no tienen claridad sobre sus propios objetivos, los empleados no conocen tales objetivos adecuadamente y es imposible contar con este punto de referencia fundamental para la evaluación de resultados.
Aparte de esta falla esencial, los procedimientos de control que existen no se cumplen. Existen mecanismos legales creados para llevar a los empleados a responder por sus responsabilidades, pero su efectividad es muy baja.
En la teoría y en la letra de las leyes, la responsabilidad de los funcionarios puede manifestarse en cuatro tipos de consecuencias: civiles, disciplinarias, penales y políticas. Sin embargo, estas consecuencias no llegan a verificarse en la práctica por diversos motivos.
La responsabilidad civil puede llegar a afectar el patrimonio de los empleados públicos por los daños que por su culpa grave o dolo se ocasionen sobre el patrimonio público y también sobre el de los particulares. En la práctica estas consecuencias no llegan a producirse, pues por lo general los particulares lesionados realizan acciones contra las entidades y no toman acciones directas contra el funcionario. Las entidades deberían, cuando se han visto obligadas a resarcir a los particulares por este motivo, hacer efectiva la responsabilidad de los funcionarios. Sin embargo, esto por lo general no ocurre. La ausencia de responsabilidad de los funcionarios en estos casos ha permitido que las sumas pagadas por la Nación en demandas ante los tribunales hayan aumentado de 600 millones de pesos en 1986 a más de 6.000 millones de pesos en 1991, la mayor parte debidas a decisiones equivocadas y malos manejos de los funcionarios. En muchas ocasiones los procesos se pierden por negligencia de parte de la defensa, y no se aplican los mecanismos existentes para que los responsables reviertan los recursos perdidos al erario.
En cuanto a las responsabilidades disciplinaria y penal, que también figuran en la letra de los estatutos disciplinarios y del Código Penal, no tienen en la práctica la efectividad que se les atribuyó, pues para establecerlas se requiere la comprobación plena de los hechos que les sirven de causa. Sin embargo, las dificultades que existen en el país para realizar investigaciones judiciales que conduzcan a la obtención de pruebas suficientes (que son la causa del estado de impunidad general), unidas al desinterés de los funcionarios del Estado y los representantes de las entidades públicas por contribuir a esclarecer hechos, y a la falta de colaboración de la ciudadanía, llevan a que las responsabilidades disciplinaria y penal no se concreten en hechos sino en casos excepcionales.
Finalmente, la responsabilidad política existe para los altos funcionarios y requiere para que se haga efectiva la acción del Congreso. Hasta ahora ella solo se ha concretado en casos excepcionales.
En cuanto a la eficacia del castigo por la vía judicial, esta es también muy baja. La probabilidad y la fuerza de la acción judicial han sido tradicionalmente débiles. De acuerdo con las estadísticas oficiales (que son escasas y atrasadas) son pocas las acciones corruptas que llegan a tener consecuencias judiciales. Según cifras del Dane, en el primer semestre de 1990 entraron en la etapa de iniciación del sumario 1.411 casos de delitos contra la administración pública. Las autoridades judiciales llegaron a dictar providencias de algún tipo en 1.558 casos dentro de su inventario de procesos acumulados (cabe destacar que los delitos contra la administración pública apenas fueron el 1.3 por ciento del total de las providencias dictadas en ese período dentro del sistema judicial colombiano) .
De esos 1.558 casos, 1.129 (el 72 por ciento) correspondieron a providencias de cesación de procedimiento. Los procesos se terminaron debido a una variedad de razones, siendo la más importante la prescripción, citada en el 42 por ciento de los casos. Solo 316 casos (el 20 por ciento) recibieron una resolución acusatoria.
Estos resultados no son extraordinarios dentro del contexto de la justicia colombiana, pues de 122.967 procesados, el 82 por ciento llegó a una resolución de cesación de procedimiento, y solo el 12 por ciento obtuvo una resolución acusatoria. Esta es una demostración más de la ineficacia general del sistema legal colombiano, caracterizado por una sobrecarga de casos en manos de los jueces, una incapacidad para desarrollar investigaciones adecuadamente y un clima general de impunidad. La corrupción en sus diferentes manifestaciones ha sido un tema de baja prioridad para el sistema judicial.

DISCRECIONALIDAD
Los temas de la operación de los mecanismos de control en Colombia y la discrecionalidad de los funcionarios públicos en el cumplimiento de sus funciones están estrechamente ligados.
Como se mencionó, los sistemas de control se basaron en el pasado en el principio del control previo (la expedición de la Constitución de 1991 podría ser señalada como el momento del cambio hacia un nuevo esquema de control posterior). En los hechos, el control previo terminó por convertirse en una talanquera para la eficacia de la administración y en una fuente de corrupción.
Este tipo de control se basa en la disposición de múltiples procedimientos de chequeo, controles y requisitos casuísticos que deben verificarse a medida que progresan las acciones de la administración. Estos controles, que parten de presumir la mala fe de los administradores, han tenido varias consecuencias. En primer término el objetivo central del control, mantener la responsabilidad del funcionario, se ha perdido, y los controles han degenerado en tramitomanía (el ejemplo típico es lo que ha ocurrido con la contratación pública a partir del decreto 222). Los funcionarios le dan la mayor prioridad al cumplimiento de los requisitos ordenados por las normas que al cumplimiento de su verdadera responsabilidad, es decir, al logro de unos objetivos de gestión. El precepto que determina que los funcionarios públicos solo pueden hacer lo que la ley les permite, al contrario de los individuos privados que pueden hacer lo que la ley no les prohíbe, ha terminado por ser un pretexto para que los funcionarios no tomen las decisiones que les corresponden para llegar a la solución de los problemas. La tramitomanía y un ambiente institucional caracterizado por la falta de compromiso con el cumplimiento de objetivos de gestión constituyen un entorno ideal para el surgimiento de la corrupción.
En segundo lugar, puesto que los puntos de control o chequeo están repartidos a lo largo de la cadena administrativa, la tramitomanía contribuye a diluir la responsabilidad, pues las consecuencias indeseables deben ser. atribuidas a todos los que participan en la cadena. De esta forma no hay responsables reales por los descalabros, pues las decisiones no recaen en un solo funcionario.
Dado que los efectos del control son bajos y existe una multiplicidad de requisitos que permiten que se diluya la responsabilidad, los funcionarios públicos en Colombia tienen en general una amplia discrecionalidad, que equivale a decir que sus acciones en perjuicio del interés público no suelen traer consecuencias. En la medida en que esta situación prolifera, la corrupción avanza.


MONOPOLIOS DEL ESTADO
El Estado opera como proveedor monopólico de muchos de los servicios que presta en la sociedad colombiana. Estos monopolios permiten que existan entidades que funcionan durante largos períodos con bajos grados de eficiencia v elevados índices de corrupción, sin que el público pueda rechazarlas absteniéndose de comprar sus servicios. Se debe destacar que la existencia de monopolio, público o privado, se presta para la ocurrencia de corrupción. A la inversa, la introducción de competencia en la prestación de servicios, a través de unidades públicas o privadas, diluye las posibilidades de corrupción.

SANCION SOCIAL SOBRE LOS CORRUPTOS
El rápido desarrollo de la sociedad colombiana en las últimás décadas y la sucesión de "bonanzas" económicas de diferente origen le han dado un lugar de privilegio en la escala social de valores al enriquecimiento lícito y también al ilícito. La tenencia de dinero genera aprecio social, y su carencia lleva a la situación contraria. El atractivo del dinero es suficientemente grande como para que se olviden los reparos respecto de la forma como éste es obtenido; desde el punto de vista de la actividad social de una persona, en Colombia probablemente causa una sanción social mayor no tener dinero que haberlo obtenido a través de la corrupción.
Esto hace parte de un ambiente general en el cual el tráfico de influencias es mirado con benevolencia y el uso de recursos públicos para fines privados es considerado como una prerrogativa normal asociada al logro de altas posiciones de mando en el sector público.
Por su parte, el papel que cumplen los medios de comunicación dentro de la lucha contra la corrupción es ambiguo. Por una parte, los medios publican las denuncias y los resultados de las investigaciones, con lo cual contribuyen a la creación de una conciencia social sobre el problema. Los directivos de entidades públicas entrevistados consideran en general que la denuncia a través de los medios de comunicación tiene un papel sobresaliente dentro de sus esfuerzos por combatir la corrupción.
Sin embargo, el afán de obtener noticias vistosas y "amarillistas" centradas en el tema del crimen y castigo, y la precaria preparación de algunos periodistas, llevan a que los medios no comprendan la forma como operan las entidades públicas. En consecuencia, no transmiten una visión real de ellas, ni dan a los ciudadanos la información y la visión que necesitan para defenderse de los corruptos. Adicionalmente, en la actualidad las publicaciones de los medios de comunicación sobre el tema de la corrupción dependen casi en su totalidad de la información suministrada por los organismos fiscalizadores del gobierno, es decir, la Procuraduría y la Contraloría. Su labor se ha limitado ha servir de caja de resonancia del trabajo de estas dependencias.

LA CIUDADANIA Y LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION
Esta se ha limitado a unas pocas experiencias con pobres resultados. La ciudadanía no ha encontrado vínculos efectivos para presionar por una solución efectiva al problema de la corrupción. Esto se debe en buena parte a que su posición respecto del tema es ambigua, pues los actos corruptos existen precisamente porque hay agentes privados dispuestos a involucrarse en ellos.
Aparte de esto, existe una percepción extendida en cuanto a la inutilidad de la acción de los ciudadanos sobre este problema. Los grupos más afectados por la corrupción (los consumidores y usuarios de bienes y servicios producidos por el Estado) no se han organizado de modo que su intervención constituya una presión efectiva sobre los funcionarios públicos. Las oficinas de quejas en el pasado generaron una respuesta poco efectiva; lo normal es que estas oficinas reciban un número grande de denuncias en el momento en que se abren, pero luego este número desciende a medida que se pierde la novedad y que los denunciantes notan que su participación no tiene consecuencias para los implicados en las acciones corruptas (los propios funcionarios de la Contralaría son conscientes de que éste es uno de los principales problemas que enfrentan al emprender una campaña moralizadora entre el público).
Existe un antecedente significativo de una iniciativa privada enfocada a resolver el problema de la tramitomanía y la corrupción asociada a ella. A mediados de la década de los 80 se constituyó la comisión "Colombia Eficiente", como un esfuerzo liderado por el sector privado, en cooperación con el sector público, destinado a proponer soluciones para casos concretos de ineficiencia de este último. Esta comisión despertó un notable entusiasmo en el sector privado. Se trataba, en principio, de una organización permanente que no se disolvería al terminar el gobierno durante el cual fue creada. Su objetivo era encontrar puntos específicos en la administración pública donde la ineficiencia y la tramitología estuvieran presentes, estudiar las situaciones, presentar propuestas específicas de solución, hacer un seguimiento de los problemas y estimular la motivación del público en general en cuanto a la importancia de este esfuerzo. Los principales gremios del país se vincularon a la comisión. La mayor parte de su financiación provino del sector privado.
La comisión "Colombia Eficiente" empezó sus labores con entusiasmo, pero pronto se marchitó. Aunque la comisión nació con el respaldo del gobierno, el sector privado terminó por convencerse de que sus recomendaciones no eran tomadas en serio y que se hacía poco por llevarlas a la práctica.
Lamentablemente, la decisión y el apoyo del gobierno se debilitaron frente a la conspiración silenciosa de muchos sectores burocráticos que veían la posibilidad de perder los beneficios derivados del funcionamiento lento de los sistemas tradicionales que, como todos sabemos, crean un marco propicio para el mantenimiento del predominio clientelista y el ejercicio de la deshonestidad. Las prelaciones del gobierno variaron y las fórmulas de simplificación que presentaba la comisión se recibían con entusiasmo pero no se ponían en práctica, circunstancia que llevó a los representantes del sector privado a adoptar la única alternativa posible: retirarse de la comision
"Se truncó así un esfuerzo que, con el apoyo del sector privado y de los medios de comunicación, hubiera podido cambiar el funcionamiento del país, si se hubiera mantenido el apoyo del presidente de la República durante la totalidad de su período de gobierno. El cambio de actitud oficial quedó demostrado, pues después de la renuncia de los miembros del sector privado, la comisión 'Colombia Eficiente' nunca fue reintegrada y se prefirió minimizar en los corredores palaciegos, el impacto y el alcance de las propuestas de agilización que hubiera permitido avanzar en la democratización del país".
La corrupción  mina el desarrollo económico ya que genera ineficiencia y distorsiones considerables. En el sector privado, la corrupción incrementa el coste de los negocios y actividades empresariales ya que a éste hay que sumar el precio de los propios desembolsos ilícitos, el coste del manejo de las negociaciones con los cargos públicos, y el riesgo de incumplimiento de los acuerdos o de detección. Aunque hay quien argumenta que la corrupción reduce los costes al sortear una posible burocracia excesiva, la disponibilidad de sobornos puede inducir también a los cargos públicos a inventar nuevas reglas y retrasos. Eliminar abiertamente las regulaciones costosas y prolongadas es mejor que permitir encubiertamente que sean sorteadas utilizando sobornos. Allí donde la corrupción infla el coste de los negocios, también distorsiona el terreno de juego, blindando a las empresas con conexiones frente a las competidoras, sustentando, en consecuencia, a empresas ineficientes.

La corrupción también genera distorsiones en el sector público al desviarse inversiones públicas a proyectos de capital en los que los sobornos y mordidas son más abundantes. Los funcionarios pueden incrementar la complejidad de los proyectos del sector público para ocultar o allanar el camino para tales tratos, distorsionando de este modo todavía más la inversión. La corrupción también hace descender el cumplimiento de las regulaciones relacionadas con la construcción, el medio ambiente u otras, reduce la calidad de los servicios e infraestructura gubernamentales e incrementa las presiones presupuestarias sobre el gobierno.

Economistas argumentan que uno de los factores que están detrás de las diferencias de desarrollo económico entre África y Asia es que en el primero, la corrupción ha tomado primariamente la forma de expolio (en inglés: "rent extracción"), con el resultado de que el capital financiero
Obtenido es movido fuera del país, en lugar de ser invertido en el mismo (de ahí la imagen estereotipada, frecuentemente exacta, de los dictadores africanos teniendo cuentas en bancos suizos). En Nigeria, por ejemplo, más de 400.000 millones de dólares fueron robados del tesoro por los líderes nigerianos entre 1960 y 1999.10​ Investigadores de la Universidad de Massachusetts han estimado que entre 1970 y 1996, la evasión de capitales de 30 países subsaharianos excedió los 187.000 millones de dólares, superando las deudas externas de aquellas naciones.11​ Los resultados, expresados en retrasos o detenciones del desarrollo han sido modelados en teoría por el economista Mancar Bolsón. En el caso de África, uno de los factores contribuyentes a esta conducta fue la inestabilidad política, y el hecho de que los nuevos gobiernos frecuentemente confiscaron los activos obtenidos corruptamente por los gobiernos anteriores. Esto animaba a los cargos públicos a esconder su riqueza fuera del país, lejos del alcance de posibles expropiaciones futuras. En contraste, los administradores asiáticos, como el "nuevo orden" de Suharto, frecuentemente tomaban una parte de las transacciones de negocios o bien proporcionaron condiciones para el desarrollo, a través de inversiones en infraestructuras, ley y orden, etc. El estudio, administrado hace once años por el Observatorio de Democracia de la Universidad de los Andes, también reveló que el 59,5% de los colombianos cree que la corrupción es general en los funcionarios públicos.

Este porcentaje, el más alto en el continente, refleja una realidad compartida por los países de las Américas, como se destaca en el informe: “Los niveles percibidos de corrupción política son altos y no han mejorado significativamente desde el Barómetro de las Américas de 2012”, y a su vez señala que “el fracaso de tantos regímenes para evitar por completo la corrupción puede tener consecuencias negativas para los niveles de apoyo político a la democracia y sus instituciones”.

Satisfacción con la democracia

El informe también dio a conocer la percepción de los colombianos con respecto a otros aspectos de interés nacional como la satisfacción con la calidad de la democracia, la confianza en las elecciones y el apoyo al sistema político, entre otros.

En cuanto al apoyo a la democracia como mejor sistema de Gobierno, en unaen una escala de 0 a 100, Colombia promedió 71,5 puntos. Sin embargo,  al ser cuestionados por la satisfacción hacia la democracia en el país solo el 35,7% de los encuestados se declaró satisfecho, lo cual ubica a Colombia junto con Venezuela (31,5%) y Guyana (34,8%), dentro del grupo de países con la menor satisfacción con la calidad de su sistema democrático.

La desconfianza e insatisfacción de los colombianos también se refleja en su percepción de transparencia de los procesos electorales, que con un promedio de 33,7 puntos, ocupa el segundo peor nivel de desconfianza,  seguido por Haití, que con 29,8 puntos es el promedio más bajo de la región.

Proceso de paz

El estudio muestra que el apoyo al proceso frente a la medición del año anterior se mantiene estable, con un 53,4% de los colombianos a favor.

“La región más favorable a los diálogos de paz es el Caribe con 67,1% de apoyo; la región Central es la que refleja el apoyo más bajo, con 42,3%”, señala el informe.

Por su parte, Juan Carlos Rodríguez, codirector del Observatorio de la Democracia, señaló que “la definición de los mecanismos para la refrendación de lo que se logre acordar en La Habana es uno de los principales retos del proceso de paz. Esto se hace evidente puesto que la mitad de Colombia todavía no apoya el proceso de paz”.

Afirmación que se evidencia  en la encuesta ya que el 65,9% de los colombianos estuvo de acuerdo con ratificar el acuerdo de paz mediante un referendo y el 25,1% cree que no se debería hacer. Precisando que “el 45,4% de quienes no apoyan el uso de un referendo afirmaron no estar de acuerdo con el proceso de paz”. Efectos medioambientales y sociales
La corrupción facilita la destrucción medioambiental. Los países corruptos pueden tener formalmente una legislación destinada a proteger el ambiente, pero no puede ser ejecutada si los encargados de que se cumpla son fácilmente sobornados. Lo mismo puede aplicarse para los derechos sociales, la protección laboral, la sindicación y la prevención del trabajo infantil. La violación de estos derechos legales permite a los países corruptos ganar una ventaja económica ilegítima en los mercados internacionales.

El economista y ganador del Premio Nobel Amartya Sen ha observado que "No existe nada que pueda llamarse problema apolítico de alimentos". Si bien la sequía y otros eventos naturales pueden desencadenar condiciones de hambruna, es la acción o inacción del gobierno lo que determina su severidad, y frecuente, incluso, si la hambruna llegará o no a producirse. Los gobiernos con fuertes tendencias a la cleptocracia pueden socavar la seguridad alimentaria, incluso cuando las cosechas son buenas. Los cargos públicos frecuentemente roban las propiedades del estado. En Bihar, India, más del 80% de la ayuda alimentaria subsidiaria a los pobres es robada por cargos públicos corruptos.13​ De forma similar, la ayuda alimentaria es frecuentemente robada a punta de pistola por gobernantes, criminales, señores de la guerra y similares, y vendida para obtener un beneficio. El siglo 20 abunda en ejemplos de gobiernos que minan la seguridad alimentaria de sus propias naciones, a veces intencionadamente.14​15​16​

Según el documento Índice de Percepción de la Corrupción 2011, de Transparencia Internacional, «más de dos tercios de los [183 países y territorios] clasificados obtuvieron una puntuación inferior a 5», donde 0 es «sumamente corrupto» y 10, «muy transparente». En 2009, el informe anual decia: “Resulta evidente que ninguna región del mundo está exenta de los peligros de la corrupción».

La corrupción puede tener consecuencias desastrosas. La revista Time informó: «la corrupción y la negligencia» fueron responsables —por lo menos en parte— de la elevadísima cifra de muertes ocasionadas por el gigantesco terremoto que asoló Haití en 2010. La revista añadía: «Para construir edificios casi nunca se recurre a ingenieros profesionales; simplemente se soborna a los inspectores del gobierno».

Efectos políticos
La corrupción produce desconfianza en los partidos políticos, en los dirigentes políticos y en la mayor parte de instituciones públicas. Conduce a mucha gente a adoptar estrategias menos cooperativas y fomenta la deserción con el objeto de no ser explotado por personas pertenecientes a redes corruptas. Como consecuencia de lo anterior, en muchos países, genera abstención y pérdida del interés por la política, por períodos prolongados. Eso sí, ocasionalmente, aparecen movimientos de protesta que tratan de confrontarse con el poder político, y generan inestabilidad política y subsiguientemente represión política o policial.

Efectos en la ayuda humanitaria
Está en aumento la escala de la ayuda humanitaria a las regiones pobres e inestables del mundo, pero es muy vulnerable a la corrupción, siendo la ayuda alimentaria, a la construcción y otras ayudas valiosas, las que están sometidas a mayor riesgo. La ayuda alimentaria puede ser desviada de su destino intencional directa y físicamente, o indirectamente a través de la manipulación de las evaluaciones de necesidades, registro y distribución, para favorecer a ciertos grupos o individuos. Del mismo modo, en la construcción y acogida hay numerosas oportunidades de desviación y beneficio a través de una ejecución de calidad inferior, mordidas o contratos y favoritismos en la provisión de material de acogida adecuado. Por ello, aunque las agencias de ayuda humanitaria tratan de contrarrestar la desviación de la ayuda incluyendo un exceso de la misma, los recipientes, por su parte, están sobre todo preocupados por su exclusión. El acceso a la ayuda puede terminar quedando limitado a aquellos con conexiones, a aquellos que pagan sobornos o que son forzados a proporcionar favores sexuales. Del mismo modo, quienes son capaces de hacer esto, pueden manipular las estadísticas para inflar el número de beneficiarios y trasvasar la ayuda adicional.

Otras área
La corrupción no es específica de los países pobres o ricos, de países en desarrollo o en transición. La forma preferida de corrupción varía de un país a otro, y se aprecia que en países más transparentes y democráticos adopta formas más sutiles y complejas, al existir un escrutinio público mayor. Por otra parte en países sin prensa, ni elecciones libres la corrupción puede tomar formas más burdas. En los países del oeste de Europa ha habido casos de sobornos y otras formas de corrupción en todos los campos posibles: por ejemplo, desembolsos "debajo de la mesa" efectuados a cirujanos reputados por pacientes con la intención de que se les adelante su posición en las listas de espera, sobornos pagados por suministradores a la industria del automóvil para que se incluyan conectores de baja calidad por ejemplo en equipamientos de seguridad, como airbags, sobornos pagados por suministradores de desfibriladores, (para vender condensadores eléctricos de escasa capacidad), contribuciones pagadas por parientes ricos al "fondo social y cultural" de una universidad prestigiosa a cambio de la aceptación de sus hijos como alumnos, sobornos pagados para obtener diplomas, ventajas financieras y de otro tipo ofrecidas a los miembros del comité ejecutivo de un fabricante de automóviles a cambio de posiciones favorables a empleados y votos, etc … Estas variadas manifestaciones de corrupción pueden en última instancia suponer un peligro para la salud pública o pueden producir descrédito en ciertas instituciones esenciales o relaciones sociales.

La corrupción también puede afectar a los distintos componentes de las actividades deportivas (árbitros, jugadores, personal médico y de laboratorio implicado en los controles anti-doping, miembros de la federación deportiva nacional y comités internacionales encargados de la decisión sobre la situación de los contratos o lugares de competición).

También ha habido procesos judiciales contra (miembros de) distintos tipos de organizaciones sin ánimo de lucro y ONG, así como organizaciones religiosas.

En última instancia, la distinción entre la corrupción del sector público y privado a veces parece un tanto artificial, y las iniciativas nacionales anti-corrupción pueden necesitar evitar las lagunas jurídicas y legales en la cobertura de los instrumentos.

Niveles de corrupción y transparencia
Véase también: Índice de Percepción de Corrupción
Uno de los organismos internacionales que monitoriza el nivel de corrupción y transparencia en 180 estados del mundo es Transparencia Internacional, con sede en Berlín, que presenta un informe anual de todos los países y les da una puntuación de 1,0 a 10,0. De acuerdo con el informe de 2009, el país con el más alto nivel de transparencia del mundo y que ocupaba el primer puesto con una puntuación de 9,4 era Dinamarca y a la fecha se conserva en el puesto número uno. Por otro lado, el estado con el nivel de transparencia política más bajo del mundo y que ocupaba el puesto 180 era Somalia, con 1,1.17​18​19​

Factores que favorecen o que dificultan
Naturalmente son muchos los factores que inciden sobre los niveles de corrupción, algunos facilitándola y otros dificultándola.

Es obvio que si a nivel institucional y en la justicia se tiene una posición firme y atenta respecto de los distintos tipos de corrupción, ella tendrá tendencia a disminuir, y a la inversa si se da el caso contrario.20​ De todas formas, la represión y la sanción en relación a los actos de corrupción deben existir y fortalecerse cada vez más, pero también tienen sus límites. El narcotráfico por ejemplo así como ciertos sectores corruptos enquistados en la política, llegan a tener tanto poder y a ejercer tanta presión, que difícilmente logran ser combatidos.21​22​

La clave para en alguna medida frenar la corrupción posiblemente se encuentre en el fortalecimiento del tejido social-institucional. En este sentido la educación en valores puede llegar a ser uno de los pilares, así como procedimientos menos abiertos y más transparentes en relación al manejo del dinero y a la implementación de las transacciones financieras, incluyendo por cierto el uso del llamado dinero telemático o dinero digital, o sea el uso de especies dinerarias electrónicas y nominativas, sin base material anónima, y que permita el cómodo seguimiento de largas cadenas de transacciones.23​24​25​26​

Lucha contra la corrupción
Existen entidades nacionales e internacionales, oficiales y privadas, con la misión de supervisar el nivel de corrupción administrativa internacional, como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de los Estados Americanos (OEA), y Transparencia Internacional. Además, la corrupción no es sólo responsabilidad del sector oficial, del Estado o del Gobierno de turno, sino que incluye muy especialmente al sector privado, en cuyo caso se puede hablar de corrupción empresarial o de tráfico de influencias entre el sector privado y el público. En muchos países, como en los de Latinoamérica, dicho sector tiene una gran influencia estatal y por lo tanto el nivel de corrupción presente en esos países tiene mucho que ver con la manera en la que se comporta el sector privado en conjunto con los sistemas políticos.

La lucha contra la corrupción implica dos enfoques complementarios: uno concentrado en el combate frente a los actos realizados y otro concentrado en acciones preventivas. Entre las acciones preventivas se pueden nombrar la transparencia de las instituciones ante el uso de recursos públicos, mayor independencia de los medios de comunicación y la revisión legal de las normas que se relación con el poder judicial para lograr una mayor independencia del poder ejecutivo y legislativo. Si el poder legislativo y ejecutivo son controlados por ciertos partidos corruptos, estos pueden modificar la situación legislativa entorpeciendo las labores judiciales o incluso convirtiéndolas en algo inocuo. En ciertas épocas históricas, la aparición de manifiestos, figuras intelectuales o nuevos partidos políticos provocan el cambio necesario en la legislación necesario para que actos de esta índole no sucedan. Existen entidades nacionales e internacionales, oficiales y privadas, con la misión de supervisar el nivel de corrupción administrativa internacional, como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de los Estados Americanos (OEA), y Transparencia Internacional. Además, la corrupción no es sólo responsabilidad del sector oficial, del Estado o del Gobierno de turno, sino que incluye muy especialmente al sector privado, en cuyo caso se puede hablar de corrupción empresarial o de tráfico de influencias entre el sector privado y el público. En muchos países, como en los de Latinoamérica, dicho sector tiene una gran influencia estatal y por lo tanto el nivel de corrupción presente en esos países tiene mucho que ver con la manera en la que se comporta el sector privado en conjunto con los sistemas políticos.

La lucha contra la corrupción implica dos enfoques complementarios: uno concentrado en el combate frente a los actos realizados y otro concentrado en acciones preventivas. Entre las acciones preventivas se pueden nombrar la transparencia de las instituciones ante el uso de recursos públicos, mayor independencia de los medios de comunicación y la revisión legal de las normas que se relación con el poder judicial para lograr una mayor independencia del poder ejecutivo y legislativo. Si el poder legislativo y ejecutivo son controlados por ciertos partidos corruptos, estos pueden modificar la situación legislativa entorpeciendo las labores judiciales o incluso convirtiéndolas en algo inocuo. En ciertas épocas históricas, la aparición de manifiestos, figuras intelectuales o nuevos partidos políticos provocan el cambio necesario en la legislación necesario para que actos de esta índole no sucedan.



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