EL
MEDIO AMBIENTE
Es el conjunto de componentes
físicos, químicos, y biológicos externos con los que interactúan los seres
vivos. Respecto al ser humano, comprende
el conjunto de factores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar
y en un momento determinado, que influyen en su vida y afectarán a las
generaciones futuras. Es decir, no se trata solo del espacio en el que se
desarrolla la vida, sino que también comprende seres vivos, objetos, agua,
suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como elementos tan intangibles
como algunas de la cultura.
CARACTERÍSTICAS
DEL MEDIO AMBIENTE:
1.- Definición.- El medio ambiente es el conjunto de
fenómenos biológicos, físicos y naturales que forman el proceso y existencia de
la vida y su ciclo.
2.- Ecología.- Esta es la disciplina que estudia el medio
ambiente y la acción del hombre sobre el mismo.
3.- Clima.- Se entiende como clima a los fenómenos natrales,
como la lluvia, el calor, las olas, el viento e incluso los efectos producidos
por la luna.
Es aquí donde se estudia la mezcla de estos parámetros,
tratando de predecir los efectos en el clima, pero también estudiando los
efectos de la acción humana sobre los fenómenos climáticos.
Organismos vivos.- Estos son pieza fundamental del medio ambiente,
pues forman la acción directa en las alteraciones o mantenimiento de los
procesos ambientales.
En este campo se encuentran todos los entes vivientes,
animados o inanimados, como son:
Bacterias
Mamíferos y vertebrados
Anfibios
Marinos (peces, crustáceos etc.)
Aves
Plantas
Hongos etc.
Geografía.- La geografía o geología, se encarga de los
movimientos terrestres, sus fenómenos, pues los fenómenos como las erupciones,
temblores y tsunamis tienen grandes cambios en el medio ambiente.
Deforestación.- Esta afecta ampliamente, tanto por causas
naturales (incendios, plagas, sequías etc.).
Sobre forestación.-
Este fenómeno, consiste en el exceso de un cierto tipo de plantas o
sobrepoblación, que en un momento determinado producen grandes daños al
ecosistema, como ahogar al resto de plantas, destrucción de ecosistemas y
muerte de algunas especies.
Contaminación.- La contaminación es un elemento artificial
producido en forma consiente o tal vez inconsciente por el ser humano, aunque
también se puede llegar a producir por fenómenos naturales como erupciones
volcánicas y exhalación de gases químicos.
CONSTITUYENTES
DEL MEDIO AMBIENTE.
La atmósfera, que protege a la Tierra del exceso de radiación
ultravioleta y permite la existencia de vida es una mezcla gaseosa de
nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, dióxido de carbono, vapor de agua, otros
elementos y compuestos, y partículas de polvo. Calentada por el Sol y la
energía radiante de la Tierra, la atmósfera circula en torno al planeta y
modifica las diferencias térmicas. Por lo que se refiere al agua, un 97% se
encuentra en los océanos, un 2% es hielo y el 1% restante es el agua dulce de
los ríos, los lagos, las aguas subterráneas y la humedad atmosférica y del
suelo. El suelo es el delgado manto de materia que sustenta la vida terrestre.
Es producto de la interacción del clima y del sustrato rocoso o roca madre,
como las morrenas glaciares y las rocas sedimentarias, y de la vegetación. De
todos ellos dependen los organismos vivos, incluyendo los seres humanos. Las
plantas se sirven del agua, del dióxido de carbono y de la luz solar para
convertir materias primas en carbohidratos por medio de la fotosíntesis; la
vida animal, a su vez, depende de las plantas en una secuencia de vínculos
interconectados conocida como red trófica.
Durante su larga historia, la Tierra ha cambiado lentamente.
La deriva continental (resultado de la tectónica de placas) separó las masas
continentales, los océanos invadieron tierra firme y se retiraron de ella, y se
alzaron y erosionaron montañas, depositando sedimentos a lo largo de las costas
(véase Geología). Los climas se caldearon y enfriaron, y aparecieron y
desaparecieron formas de vida al cambiar el medio ambiente. El más reciente de
los acontecimientos medioambientales importantes en la historia de la Tierra se
produjo en el cuaternario, durante el pleistoceno (entre 1,64 millones y 10.000
años atrás), llamado también periodo glacial. El clima subtropical desapareció
y cambió la faz del hemisferio norte. Grandes capas de hielo avanzaron y se retiraron
cuatro veces en América del Norte y tres en Europa, haciendo oscilar el clima
de frío a templado, influyendo en la vida vegetal y animal y, en última
instancia, dando lugar al clima que hoy conocemos. Nuestra era recibe,
indistintamente, los nombres de reciente, postglacial y holoceno. Durante este
tiempo el medio ambiente del planeta ha permanecido más o menos estable.
PROBLEMAS
MEDIOAMBIENTALES.
La especie Homo sapiens, es decir, el ser humano, apareció
tardíamente en la historia de la Tierra, pero ha sido capaz de modificar el
medio ambiente con sus actividades. Aunque, al parecer, los humanos hicieron su
aparición en África, no tardaron en dispersarse por todo el mundo. Gracias a
sus peculiares capacidades mentales y físicas, lograron escapar a las
constricciones medioambientales que limitaban a otras especies y alterar el
medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades.
Aunque los primeros humanos sin duda vivieron más o menos en
armonía con el medio ambiente, como los demás animales, su alejamiento de la
vida salvaje comenzó en la prehistoria, con la primera revolución agrícola. La
capacidad de controlar y usar el fuego les permitió modificar o eliminar la
vegetación natural, y la domesticación y pastoreo de animales herbívoros llevó
al sobrepastoreo y a la erosión del suelo. El cultivo de plantas originó
también la destrucción de la vegetación natural para hacer hueco a las cosechas
y la demanda de leña condujo a la denudación de montañas y al agotamiento de
bosques enteros. Los animales salvajes se cazaban por su carne y eran
destruidos en caso de ser considerados plagas o depredadores.
Mientras las poblaciones humanas siguieron siendo pequeñas y
su tecnología modesta, su impacto sobre el medio ambiente fue solamente local.
No obstante, al ir creciendo la población y mejorando y aumentando la
tecnología, aparecieron problemas más significativos y generalizados. El rápido
avance tecnológico producido tras la edad media culminó en la Revolución
Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y explotación de los
combustibles fósiles, así como la explotación intensiva de los recursos
minerales de la Tierra. Fue con la Revolución Industrial cuando los seres
humanos empezaron realmente a cambiar la faz del planeta, la naturaleza de su
atmósfera y la calidad de su agua. Hoy, la demanda sin precedentes a la que el
rápido crecimiento de la población humana y el desarrollo tecnológico someten
al medio ambiente está produciendo un declive cada vez más acelerado en la
calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida.
Dióxido de carbono
Uno de los impactos que el uso de combustibles fósiles ha
producido sobre el medio ambiente terrestre ha sido el aumento de la
concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. La cantidad de CO2
atmosférico había permanecido estable, aparentemente durante siglos, pero desde
1750 se ha incrementado en un 30% aproximadamente. Lo significativo de este
cambio es que puede provocar un aumento de la temperatura de la Tierra a través
del proceso conocido como efecto invernadero. El dióxido de carbono atmosférico
tiende a impedir que la radiación de onda larga escape al espacio exterior; dado
que se produce más calor y puede escapar menos, la temperatura global de la
Tierra aumenta.
Un calentamiento global significativo de la atmósfera tendría
graves efectos sobre el medio ambiente. Aceleraría la fusión de los casquetes
polares, haría subir el nivel de los mares, cambiaría el clima regional y
globalmente, alteraría la vegetación natural y afectaría a las cosechas. Estos
cambios, a su vez, tendrían un enorme impacto sobre la civilización humana. En
el siglo XX la temperatura media del planeta aumentó 0,6 ºC y los científicos
prevén que la temperatura media de la Tierra subirá entre 1,4 y 5,8 ºC entre
1990 y 2100.
Acidificación
Asociada también al uso de combustibles fósiles, la
acidificación se debe a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno
por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos
productos interactúan con la luz del Sol, la humedad y los oxidantes
produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación
atmosférica y caen a tierra, arrastrados por la lluvia y la nieve en la llamada
lluvia ácida, o en forma de depósitos secos, partículas y gases atmosféricos.
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La lluvia ácida es un importante problema global. La acidez
de algunas precipitaciones en el norte de Estados Unidos y Europa es
equivalente a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los metales, desgasta los
edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación y acidifica lagos,
corrientes de agua y suelos, sobre todo en ciertas zonas del noreste de Estados
Unidos y el norte de Europa. En estas regiones, la acidificación lacustre ha
hecho morir a poblaciones de peces. Hoy también es un problema en el sureste de
Estados Unidos y en la zona central del norte de África. La lluvia ácida puede
retardar también el crecimiento de los bosques; se asocia al declive de éstos a
grandes altitudes tanto en Estados Unidos como en Europa.
Destrucción del ozono
En las décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a
descubrir que la actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la
capa de ozono, una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos
rayos ultravioleta. Si no existiera esa capa gaseosa, que se encuentra a unos
40 km de altitud sobre el nivel del mar, la vida sería imposible sobre nuestro
planeta. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por
el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se
emplean en refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza,
materiales de empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto químico secundario
de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno,
arrebatándole uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona a
continuación con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando
moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono.
Al principio se creía que la capa de ozono se estaba
reduciendo de forma homogénea en todo el planeta. No obstante, posteriores
investigaciones revelaron, en 1985, la existencia de un gran agujero centrado
sobre la Antártida; un 50% o más del ozono situado sobre esta área desaparecía
estacionalmente. En el año 2001 el agujero alcanzó una superficie de 26 millones
de kilómetros cuadrados, un tamaño similar al detectado en los tres últimos
años. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un
exceso de radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y
cataratas, reducir la respuesta del sistema inmunitario, interferir en el
proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar al crecimiento del
fitoplancton oceánico. Debido a la creciente amenaza que representan estos
peligrosos efectos sobre el medio ambiente, muchos países intentan aunar
esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No
obstante, los CFC pueden permanecer en la atmósfera durante más de 100 años,
por lo que la destrucción del ozono continuará durante décadas.
Hidrocarburos clorados
El uso extensivo de pesticidas sintéticos derivados de los
hidrocarburos clorados en el control de plagas ha tenido efectos colaterales
desastrosos para el medio ambiente. Estos pesticidas organoclorados son muy
persistentes y resistentes a la degradación biológica. Muy poco solubles en
agua, se adhieren a los tejidos de las plantas y se acumulan en los suelos, el
sustrato del fondo de las corrientes de agua y los estanques, y la atmósfera.
Una vez volatilizados, los pesticidas se distribuyen por todo el mundo,
contaminando áreas silvestres a gran distancia de las regiones agrícolas, e
incluso en las zonas ártica y antártica.
Aunque estos productos químicos sintéticos no existen en la
naturaleza, penetran en la cadena alimentaria. Los pesticidas son ingeridos por
los herbívoros o penetran directamente a través de la piel de organismos
acuáticos como los peces y diversos invertebrados. El pesticida se concentra
aún más al pasar de los herbívoros a los carnívoros. Alcanza elevadas
concentraciones en los tejidos de los animales que ocupan los eslabones más
altos de la cadena alimentaria, como el halcón peregrino, el águila y el
quebrantahuesos. Los hidrocarburos clorados interfieren en el metabolismo del
calcio de las aves, produciendo un adelgazamiento de las cáscaras de los huevos
y el consiguiente fracaso reproductivo. Como resultado de ello, algunas grandes
aves depredadoras y piscívoras se encuentran al borde de la extinción. Debido
al peligro que los pesticidas representan para la fauna silvestre y para los
seres humanos, y debido también a que los insectos han desarrollado resistencia
a ellos, el uso de hidrocarburos halogenados como el DDT está disminuyendo con
rapidez en todo el mundo occidental, aunque siguen usándose en grandes
cantidades en los países en vías de desarrollo. A comienzos de la década de
1980, el EDB o dibromoetano, un pesticida halogenado, despertó también gran
alarma por su naturaleza en potencia carcinógena, y fue finalmente prohibido.
Existe otro grupo de compuestos íntimamente vinculado al DDT:
los bifenilos policlorados (PCB). Se han utilizado durante años en la
producción industrial, y han acabado penetrando en el medio ambiente. Su
impacto sobre los seres humanos y la vida silvestre ha sido similar al de los
pesticidas. Debido a su extremada toxicidad, el uso de PCB ha quedado
restringido a los aislantes de los transformadores y condensadores eléctricos.
El TCDD es el más tóxico de otro grupo relacionado de
compuestos altamente tóxicos, las dioxinas o dibenzo-para-dioxinas. El grado de
toxicidad para los seres humanos de estos compuestos carcinógenos no ha sido
aún comprobado. El TCDD puede encontrarse en forma de impureza en conservantes
para la madera y el papel y en herbicidas. El agente naranja, un defoliante muy
utilizado, contiene trazas de dioxina.
Otras sustancias
tóxicas
Las sustancias tóxicas son productos químicos cuya
fabricación, procesado, distribución, uso y eliminación representan un riesgo
inasumible para la salud humana y el medio ambiente. La mayoría de estas
sustancias tóxicas son productos químicos sintéticos que penetran en el medio
ambiente y persisten en él durante largos periodos de tiempo. En los vertederos
de productos químicos se producen concentraciones significativas de sustancias
tóxicas. Si éstas se filtran al suelo o al agua, pueden contaminar el suministro
de agua, el aire, las cosechas y los animales domésticos, y han sido asociadas
a defectos congénitos humanos, abortos y enfermedades orgánicas. A pesar de los
riesgos conocidos, el problema no lleva camino de solucionarse. Recientemente,
se han fabricado más de 4 millones de productos químicos sintéticos nuevos en
un periodo de quince años, y se crean de 500 a 1.000 productos nuevos más al
año.
Radiación
Aunque las pruebas nucleares atmosféricas han sido prohibidas
por la mayoría de los países, lo que ha supuesto la eliminación de una
importante fuente de lluvia radiactiva, la radiación nuclear sigue siendo un
problema medioambiental. Las centrales siempre liberan pequeñas cantidades de
residuos nucleares en el agua y la atmósfera, pero el principal peligro es la
posibilidad de que se produzcan accidentes nucleares, que liberan enormes
cantidades de radiación al medio ambiente, como ocurrió en Chernóbil, Ucrania,
en 1986. Un problema más grave al que se enfrenta la industria nuclear es el
almacenamiento de los residuos nucleares, que conservan su carácter tóxico de
700 a 1 millón de años. La seguridad de un almacenamiento durante periodos
geológicos de tiempo es, al menos, problemática; entre tanto, los residuos
radiactivos se acumulan, amenazando la integridad del medio ambiente.
Pérdida de tierras
vírgenes
Un número cada vez mayor de seres humanos empieza a cercar
las tierras vírgenes que quedan, incluso en áreas consideradas más o menos a
salvo de la explotación. La insaciable demanda de energía ha impuesto la
necesidad de explotar el gas y el petróleo de las regiones árticas, poniendo en
peligro el delicado equilibrio ecológico de los ecosistemas de tundra y su vida
silvestre. La pluvisilva y los bosques tropicales, sobre todo en el Sureste
asiático y en la Amazonia, están siendo destruidos a un ritmo alarmante para
obtener madera, despejar suelo para pastos y cultivos, para plantaciones de
pinos y para asentamientos humanos. En la década de 1980 se llegó a estimar que
las masas forestales estaban siendo destruidas a un ritmo de 20 ha por minuto.
Otra estimación daba una tasa de destrucción de más de 200.000 km2 al año. En
1993, los datos obtenidos vía satélite permitieron determinar un ritmo de
destrucción de casi 15.000 km2 al año, sólo en la cuenca amazónica. Esta
deforestación tropical podría llevar a la extinción de hasta 750.000 especies,
lo que representaría la pérdida de toda una multiplicidad de productos:
alimentos, fibras, fármacos, tintes, gomas y resinas. Además, la expansión de
las tierras de cultivo y de pastoreo para ganado doméstico en África, así como
el comercio ilegal de especies amenazadas y productos animales podría
representar el fin de los grandes mamíferos africanos.
Erosión del suelo
La erosión del suelo se está acelerando en todos los
continentes y está degradando unos 2.000 millones de hectáreas de tierra de
cultivo y de pastoreo, lo que representa una seria amenaza para el
abastecimiento global de víveres. Cada año la erosión de los suelos y otras
formas de degradación de las tierras provocan una pérdida de entre 5 y 7
millones de hectáreas de tierras cultivables. En el Tercer Mundo, la creciente
necesidad de alimentos y leña han tenido como resultado la deforestación y
cultivo de laderas con mucha pendiente, lo que ha producido una severa erosión
de las mismas. Para complicar aún más el problema, hay que tener en cuenta la
pérdida de tierras de cultivo de primera calidad debido a la industria, los
pantanos, la expansión de las ciudades y las carreteras. La erosión del suelo y
la pérdida de las tierras de cultivo y los bosques reduce además la capacidad
de conservación de la humedad de los suelos y añade sedimentos a las corrientes
de agua, los lagos y los embalses. Véase también Degradación del suelo.
Demanda de agua y aire
Los problemas de erosión descritos más arriba están agravando
el creciente problema mundial del abastecimiento de agua. La mayoría de los
problemas en este campo se dan en las regiones semiáridas y costeras del mundo.
Las poblaciones humanas en expansión requieren sistemas de irrigación y agua
para la industria; esto está agotando hasta tal punto los acuíferos
subterráneos que empieza a penetrar en ellos agua salada a lo largo de las
áreas costeras en Estados Unidos, Israel, Siria, los estados árabes del golfo
Pérsico y algunas áreas de los países que bordean el mar Mediterráneo (España,
Italia y Grecia principalmente). Algunas de las mayores ciudades del mundo
están agotando sus suministros de agua y en metrópolis como Nueva Delhi o
México D.F. se está bombeando agua de lugares cada vez más alejados. En áreas
tierra adentro, las rocas porosas y los sedimentos se compactan al perder el
agua, ocasionando problemas por el progresivo hundimiento de la superficie;
este fenómeno es ya un grave problema en Texas, Florida y California.
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El mundo experimenta también un progresivo descenso en la
calidad y disponibilidad del agua. En el año 2000, 508 millones de personas
vivían en 31 países afectados por escasez de agua y, según estimaciones de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 1.100 millones de
personas carecían de acceso a agua no contaminada. En muchas regiones, las
reservas de agua están contaminadas con productos químicos tóxicos y nitratos.
Las enfermedades transmitidas por el agua afectan a un tercio de la humanidad y
matan a 10 millones de personas al año.
Durante la década de 1980 y a comienzos de la de 1990,
algunos países industrializados mejoraron la calidad de su aire reduciendo la
cantidad de partículas en suspensión así como la de productos químicos tóxicos
como el plomo, pero las emisiones de dióxido de azufre y de óxidos nitrosos,
precursores de la deposición ácida, aún son importantes.
La Cumbre de la Tierra
En junio de 1992, la Conferencia sobre Medio Ambiente y
Desarrollo de las Naciones Unidas, también conocida como la Cumbre de la
Tierra, se reunió durante 12 días en las cercanías de Río de Janeiro, Brasil.
Esta cumbre desarrolló y legitimó una agenda de medidas relacionadas con el
cambio medioambiental, económico y político. El propósito de la conferencia fue
determinar qué reformas medioambientales era necesario emprender a largo plazo,
e iniciar procesos para su implantación y supervisión internacionales. Se
celebraron convenciones para discutir y aprobar documentos sobre medio
ambiente. Los principales temas abordados en estas convenciones incluían el
cambio climático, la biodiversidad, la protección forestal, la Agenda 21 (un
proyecto de desarrollo medioambiental de 900 páginas) y la Declaración de Río
(un documento de seis páginas que demandaba la integración de medio ambiente y
desarrollo económico). La Cumbre de la Tierra fue un acontecimiento histórico
de gran significado. No sólo hizo del medio ambiente una prioridad a escala
mundial, sino que a ella asistieron delegados de 178 países, lo que la
convirtió en la mayor conferencia celebrada hasta ese momento.
PERSPECTIVAS
Las perspectivas de futuro, en lo que al medio ambiente se
refiere son poco claras. A pesar de los cambios económicos y políticos, el
interés y la preocupación por el medio ambiente aún es importante. La calidad
del aire ha mejorado, pero están pendientes de solución y requieren una acción
coordinada los problemas de la lluvia ácida, los clorofluorocarbonos, la
pérdida de ozono y la enorme contaminación atmosférica del este de Europa.
Mientras no disminuya la lluvia ácida, la pérdida de vida continuará en los
lagos y corrientes del norte, y puede verse afectado el crecimiento de los
bosques. La contaminación del agua seguirá siendo un problema mientras el
crecimiento demográfico continúe incrementando la presión sobre el medio
ambiente. La infiltración de residuos tóxicos en los acuíferos subterráneos y
la intrusión de agua salada en los acuíferos costeros de agua dulce no se ha
interrumpido.
El agotamiento de los acuíferos en muchas partes del mundo y
la creciente demanda de agua producirá conflictos entre el uso agrícola,
industrial y doméstico de ésta. La escasez impondrá restricciones en el uso del
agua y aumentará el coste de su consumo. El agua podría convertirse en la crisis
energética de comienzos del siglo XXI. La contaminación de las aguas dulces y
costeras, junto con la sobreexplotación, ha mermado hasta tal punto los
recursos de los caladeros piscícolas que sería necesario suspender la pesca
durante un periodo de cinco a diez años para que las especies se recuperaran.
Si no se desarrollan esfuerzos coordinados para salvar hábitats y reducir el
furtivismo y el tráfico internacional ilegal de especies salvajes, muchas de
ellas se extinguirán. A pesar de nuestros conocimientos sobre cómo reducir la
erosión del suelo, éste continúa siendo un problema de alcance mundial. Esto se
debe, en gran medida a que muchos agrónomos y urbanistas muestran un escaso
interés por controlarla. Por último, la destrucción de tierras vírgenes, tanto
en las regiones templadas como en las tropicales, puede producir una extinción
masiva de formas de vida vegetales y animales.
Para reducir la degradación medioambiental, las sociedades
deben reconocer que el medio ambiente es finito. Los especialistas creen que,
al ir creciendo las poblaciones y sus demandas, la idea del crecimiento
continuado debe abrir paso a un uso más racional del medio ambiente, pero que
esto sólo puede lograrse con un espectacular cambio de actitud por parte de la
especie humana. El impacto de la especie humana sobre el medio ambiente ha sido
comparado con las grandes catástrofes del pasado geológico de la Tierra;
independientemente de la actitud de la sociedad respecto al crecimiento
continuo, la humanidad debe reconocer que atacar el medio ambiente pone en
peligro la supervivencia de su propia especie.
Dentro de los esfuerzos por controlar el deterioro
medioambiental, en marzo de 2002, se puso en órbita el satélite ambiental
europeo Envisat, con el fin de obtener información precisa sobre el medio
ambiente. El Envisat dispone de 10 instrumentos científicos que recogerán datos
sobre el nivel de los océanos, las emisiones de gases de efecto invernadero,
las inundaciones, el tamaño de la capa de ozono, o la deforestación, entre otros.
Los datos enviados por el satélite servirán, no sólo para conocer el estado de
los ecosistemas, sino también para tomar decisiones políticas y controlar el
cumplimiento, por parte de los distintos países, del Protocolo de Kioto y de
otros tratados medioambientales.
Medio Ambiente en
Venezuela
Temas medioambientales: Venezuela protege el 36,3% (1997) de
su territorio, siendo el mayor porcentaje de los países de América. Los vecinos
de Venezuela, Colombia, Brasil y Guyana protegen sólo el 9%, el 4,2% y el
0,30%, respectivamente. A pesar de estas medidas proteccionistas, Venezuela
está perdiendo parte de sus valiosos bosques tropicales. Entre 1990 y 1995, se
eliminaron más de 2,5 millones de hectáreas. Además, la degradación del suelo
en las praderas de Los Llanos, derivadas de varios años de sobrepastoreo, se ha
convertido en un problema grave. Venezuela está muy industrializada, ya que el
36,4% (2000) de su producto interior bruto (PIB) proviene de la industria. Uno
de los principales recursos del país es el petróleo. Los vertidos ocasionales
de petróleo han provocado la muerte de peces y el cierre de algunas
urbanizaciones costeras en el lago de Maracaibo. La contaminación industrial
también afecta a la costa del mar Caribe, donde vive la mayor parte de la
población. La falta de instalaciones para el tratamiento de aguas residuales
también ha contribuido a la contaminación de la costa del mar Caribe. En las
zonas urbanas, sólo el 71% (2000) de la población tiene acceso a instalaciones
sanitarias adecuadas; en las áreas rurales, la cifra baja al 48%. La
contaminación del aire es otro problema de los centros urbanos como Caracas,
Maracaibo y Valencia. Venezuela forma parte de tratados internacionales
relativos a biodiversidad, cambio climático, especies en peligro de extinción,
conservación de la vida marina, contaminación naval, bosques tropicales y
humedales.
Conclusión
El Medio Ambiente es la obra más grande de Nuestro Señor, es
por eso que debemos cuidarla y conservarla para bien de nosotros mismos y de
todos los seres vivos que habitan nuestro planeta. Causas como la destrucción
de la capa de ozono, la contaminación del agua, el dióxido de carbono,
acidificación, erosión del suelo, hidrocarburos clorados y otras causas de
contaminación como el derramamiento de petróleo están destruyendo nuestro
planeta, pero la "causa que produce las demás causas" somos nosotros
mismos..., hay personas que no les importa tirar una lata en la calle o un
papel, o cualquier otra cosa, sabiendo que cada vez más están contaminando el
ambiente, lo correcto sería colocar la basura o los residuos en la papelera o
llevarlo al basurero más cercano que se encuentre en la calle, con respecto a
la contaminación del aire los conductores debería buscar la forma de que su
vehículo no origine tanto dióxido de carbono, que es totalmente dañino así como
también los ácidos usados para las plantas, también los insecticidas y demás
sprays químicos, para la capa de ozono que es muy importante para nosotros
porque nos protege de los rayos ultravioletas del sol. Mi mensaje es: "No
tires basura donde no debes, mantén limpio tu medio ambiente como si fuera tu
propia vida, porque lo es".
LA ATMÓSFERA
La atmósfera, que protege a la Tierra del exceso de radiación
ultravioleta y permite la existencia de vida es una mezcla gaseosa de
nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, dióxido de carbono, vapor de agua, otros
elementos y compuestos, y partículas de polvo. Calentada por el Sol y la
energía radiante de la Tierra, la atmósfera circula en torno al planeta y
modifica las diferencias térmicas. Por lo que se refiere al agua, un 97% se
encuentra en los océanos, un 2% es hielo y el 1% restante es el agua dulce de
los ríos, los lagos, las aguas subterráneas y la humedad atmosférica y del
suelo. El suelo es el delgado manto de materia que sustenta la vida terrestre.
Es producto de la interacción del clima y del sustrato rocoso o roca madre,
como las morrenas glaciares y las rocas sedimentarias, y de la vegetación. De
todos ellos dependen los organismos vivos, incluyendo los seres humanos. Las
plantas se sirven del agua, del dióxido de carbono y de la luz solar para
convertir materias primas en carbohidratos por medio de la fotosíntesis; la
vida animal, a su vez, depende de las plantas en una secuencia de vínculos
interconectados conocida como red trófica.
Durante su larga historia, la Tierra ha cambiado lentamente.
La deriva continental (resultado de la tectónica de placas) separó las masas
continentales, los océanos invadieron tierra firme y se retiraron de ella, y se
alzaron y erosionaron montañas, depositando sedimentos a lo largo de las costas
. Los climas se caldearon y enfriaron, y aparecieron y desaparecieron formas de
vida al cambiar el medio ambiente. El más reciente de los acontecimientos
medioambientales importantes en la historia de la Tierra se produjo en el
cuaternario, durante el pleistoceno (entre 1,64 millones y 10.000 años atrás),
llamado también periodo glacial. El clima subtropical desapareció y cambió la
faz del hemisferio norte. Grandes capas de hielo avanzaron y se retiraron
cuatro veces en América del Norte y tres en Europa, haciendo oscilar el clima
de frío a templado, influyendo en la vida vegetal y animal y, en última
instancia, dando lugar al clima que hoy conocemos. Nuestra era recibe,
indistintamente, los nombres de reciente, postglacial y holoceno. Durante este
tiempo el medio ambiente del planeta ha permanecido más o menos estable.
Problemas
Medio Ambientales
La especie Homo sapiens, es decir, el ser humano, apareció
tardíamente en la historia de la Tierra, pero ha sido capaz de modificar el
medio ambiente con sus actividades. Aunque, al parecer, los humanos hicieron su
aparición en África, no tardaron en dispersarse por todo el mundo. Gracias a
sus peculiares capacidades mentales y físicas, lograron escapar a las
constricciones medioambientales que limitaban a otras especies y alterar el
medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades.
Aunque los primeros humanos sin duda vivieron más o menos en
armonía con el medio ambiente, como los demás animales, su alejamiento de la
vida salvaje comenzó en la prehistoria, con la primera revolución agrícola. La
capacidad de controlar y usar el fuego les permitió modificar o eliminar la
vegetación natural, y la domesticación y pastoreo de animales herbívoros llevó
al sobrepastoreo y a la erosión del suelo. El cultivo de plantas originó
también la destrucción de la vegetación natural para hacer hueco a las cosechas
y la demanda de leña condujo a la denudación de montañas y al agotamiento de
bosques enteros. Los animales salvajes se cazaban por su carne y eran
destruidos en caso de ser considerados plagas o depredadores.
Mientras las poblaciones humanas siguieron siendo pequeñas y
su tecnología modesta, su impacto sobre el medio ambiente fue solamente local.
No obstante, al ir creciendo la población y mejorando y aumentando la
tecnología, aparecieron problemas más significativos y generalizados. El rápido
avance tecnológico producido tras la edad media culminó en la Revolución
Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y explotación de los
combustibles fósiles, así como la explotación intensiva de los recursos
minerales de la Tierra. Fue con la Revolución Industrial cuando los seres
humanos empezaron realmente a cambiar la faz del planeta, la naturaleza de su
atmósfera y la calidad de su agua. Hoy, la demanda sin precedentes a la que el
rápido crecimiento de la población humana y el desarrollo tecnológico someten
al medio ambiente está produciendo un declive cada vez más acelerado en la
calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida.
Nota: 7.5
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