BLOG CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE
CORTES BONILLA * ALDANA FIGUEROA
TERCER PERIODO 902
Medio ambiente conjunto
de elementos abióticos (energía solar, suelo, agua y aire) y bióticos
(organismos vivos) que integran la delgada capa de la Tierra llamada biosfera,
sustento y hogar de los seres vivos.
Efectos
medioambientales del uso de los combustibles fósiles
Los Ensayos Históricos
de Encarta reflejan el conocimiento y la visión de destacados historiadores. En
este ensayo, John McNeill, de la Universidad de Georgetown, sostiene que
durante los siglos XIX y XX el aprovechamiento de los combustibles fósiles y
las alteraciones agrícolas y económicas subsiguientes modificaron de manera
irreversible las relaciones entre el hombre y el planeta Tierra.
CONSTITUYENTES
DEL MEDIO AMBIENTE
La atmósfera, que protege
a la Tierra del exceso de radiación ultravioleta y permite la existencia de
vida es una mezcla gaseosa de nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, dióxido de
carbono, vapor de agua, otros elementos y compuestos, y partículas de polvo.
Calentada por el Sol y la energía radiante de la Tierra, la atmósfera circula
en torno al planeta y modifica las diferencias térmicas. Por lo que se refiere
al agua, un 97% se encuentra en los océanos, un 2% es hielo y el 1% restante es
el agua dulce de los ríos, los lagos, las aguas subterráneas y la humedad
atmosférica y del suelo. El suelo es el delgado manto de materia que sustenta
la vida terrestre. Es producto de la interacción del clima y del sustrato
rocoso o roca madre, como las morrenas glaciares y las rocas sedimentarias, y
de la vegetación. De todos ellos dependen los organismos vivos, incluyendo los
seres humanos. Las plantas se sirven del agua, del dióxido de carbono y de la
luz solar para convertir materias primas en carbohidratos por medio de la
fotosíntesis; la vida animal, a su vez, depende de las plantas en una secuencia
de vínculos interconectados conocida como red trófica.
Durante su larga
historia, la Tierra ha cambiado lentamente. La deriva continental (resultado de
la tectónica de placas) separó las masas continentales, los océanos invadieron
tierra firme y se retiraron de ella, y se alzaron y erosionaron montañas,
depositando sedimentos a lo largo de las costas (véase Geología). Los climas se
caldearon y enfriaron, y aparecieron y desaparecieron formas de vida al cambiar
el medio ambiente. El más reciente de los acontecimientos medioambientales
importantes en la historia de la Tierra se produjo en el cuaternario, durante
el pleistoceno (entre 1,64 millones y 10.000 años atrás), llamado también
periodo glacial. El clima subtropical desapareció y cambió la faz del
hemisferio norte. Grandes capas de hielo avanzaron y se retiraron cuatro veces
en América del Norte y tres en Europa, haciendo oscilar el clima de frío a
templado, influyendo en la vida vegetal y animal y, en última instancia, dando
lugar al clima que hoy conocemos. Nuestra era recibe, indistintamente, los
nombres de reciente, postglacial y holoceno. Durante este tiempo el medio
ambiente del planeta ha permanecido más o menos estable.
PROBLEMAS
MEDIOAMBIENTALES
El dióxido de carbono,
de azufre y otros contaminantes emitidos por las chimeneas de las industrias
contribuyen a la contaminación atmosférica. El dióxido de carbono contribuye al
calentamiento global, y el dióxido de azufre es la principal causa de la lluvia
ácida en el norte y este de Europa y el noreste de Norteamérica. Otros
problemas ambientales incluyen enfermedades respiratorias, el envenenamiento de
lagos y ríos y los daños a los bosques y las cosechas.
La especie Homo
sapiens, es decir, el ser humano, apareció tardíamente en la historia de la
Tierra, pero ha sido capaz de modificar el medio ambiente con sus actividades.
Aunque, al parecer, los humanos hicieron su aparición en África, no tardaron en
dispersarse por todo el mundo. Gracias a sus peculiares capacidades mentales y
físicas, lograron escapar a las constricciones medioambientales que limitaban a
otras especies y alterar el medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades.
Aunque los primeros
humanos sin duda vivieron más o menos en armonía con el medio ambiente, como
los demás animales, su alejamiento de la vida salvaje comenzó en la
prehistoria, con la primera revolución agrícola. La capacidad de controlar y
usar el fuego les permitió modificar o eliminar la vegetación natural, y la
domesticación y pastoreo de animales herbívoros llevó al sobrepastoreo y a la
erosión del suelo. El cultivo de plantas originó también la destrucción de la
vegetación natural para hacer hueco a las cosechas y la demanda de leña condujo
a la denudación de montañas y al agotamiento de bosques enteros. Los animales
salvajes se cazaban por su carne y eran destruidos en caso de ser considerados
plagas o depredadores.
Mientras las
poblaciones humanas siguieron siendo pequeñas y su tecnología modesta, su
impacto sobre el medio ambiente fue solamente local. No obstante, al ir
creciendo la población y mejorando y aumentando la tecnología, aparecieron
problemas más significativos y generalizados. El rápido avance tecnológico
producido tras la edad media culminó en la Revolución Industrial, que trajo
consigo el descubrimiento, uso y explotación de los combustibles fósiles, así
como la explotación intensiva de los recursos minerales de la Tierra. Fue con
la Revolución Industrial cuando los seres humanos empezaron realmente a cambiar
la faz del planeta, la naturaleza de su atmósfera y la calidad de su agua. Hoy,
la demanda sin precedentes a la que el rápido crecimiento de la población
humana y el desarrollo tecnológico someten al medio ambiente está produciendo
un declive cada vez más acelerado en la calidad de éste y en su capacidad para
sustentar la vida.
EFECTO
INVERNADERO
Los vehículos emiten
una serie de contaminantes aéreos que afectan de forma adversa a la salud de
los animales y las plantas y a la composición química de la atmósfera. Las
emisiones de dióxido de carbono e hidrocarburos, dos de los principales
contaminantes expulsados por los vehículos a motor, contribuyen al
calentamiento global y son producto de la combustión de derivados del petróleo.
La presencia de niveles elevados de estos productos hacen que la radiación
reflejada quede atrapada en la atmósfera, produciendo un efecto de
calentamiento que hace subir lentamente la temperatura de la misma.
Uno de los impactos que
el uso de combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente terrestre
ha sido el aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la
atmósfera. La cantidad de CO2 atmosférico había permanecido estable,
aparentemente durante siglos, pero desde 1750 se ha incrementado en un 30%
aproximadamente. Lo significativo de este cambio es que puede provocar un
aumento de la temperatura de la Tierra a través del proceso conocido como
efecto invernadero. El dióxido de carbono atmosférico tiende a impedir que la
radiación de onda larga escape al espacio exterior; dado que se produce más
calor y puede escapar menos, la temperatura global de la Tierra aumenta.
La amenaza del
calentamiento global
Fragmento del artículo
La subida de los mares, en el que su autor expone las dudas de algunos expertos
sobre las distintas causas que amenazan con incrementar las aguas de los
océanos. Lo que más preocupa es la fusión de la reserva helada de la Antártida;
sin embargo, los expertos opinan que es difícil apreciar si los casquetes de
hielo están manteniendo constante su tamaño y que habrá que esperar unos años
para saber si su conjunto alimenta o retiene el agua de los mares.
Un calentamiento global
significativo de la atmósfera tendría graves efectos sobre el medio ambiente.
Aceleraría la fusión de los casquetes polares, haría subir el nivel de los
mares, cambiaría el clima regional y globalmente, alteraría la vegetación
natural y afectaría a las cosechas. Estos cambios, a su vez, tendrían un enorme
impacto sobre la civilización humana. En el siglo XX la temperatura media del
planeta aumentó 0,6 ºC y los científicos prevén que la temperatura media de la
Tierra subirá entre 1,4 y 5,8 ºC entre 1990 y 2100.
ACIDIFICACIÓN
Bosque de piceas dañado
por la lluvia ácida
Los bosques, lagos,
estanques y otros ecosistemas terrestres y acuáticos del mundo sufren graves
daños ocasionados por la lluvia ácida. Ésta se origina por la combinación, con
la humedad atmosférica, de los óxidos de azufre y nitrógeno que se emiten a la
atmósfera, lo que produce lluvias con un pH muy bajo. La lluvia normal tiene un
pH de 6,5, ligeramente ácido, mientras que en la lluvia ácida, el pH puede
descender hasta 2,0 o 3,0, una acidez similar a la del vinagre. Además de
quemar las hojas de las plantas, la lluvia ácida también acidifica el agua de
los lagos dejando sin vida muchos de estos ecosistemas acuáticos.
Asociada también al uso
de combustibles fósiles, la acidificación se debe a la emisión de dióxido de
azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de
los vehículos a motor. Estos productos interactúan con la luz del Sol, la
humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son
transportados por la circulación atmosférica y caen a tierra, arrastrados por
la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida, o en forma de depósitos secos,
partículas y gases atmosféricos.
EL
PROBLEMA DE LA LLUVIA ÁCIDA
Las bases (compuestos
químicos con un pH mayor que 7) existentes en el polvo atmosférico tienen un
efecto beneficioso al contrarrestar la acidez de las deposiciones ácidas. Su
reducción por múltiples factores parece incrementar los efectos dañinos sobre
el medio ambiente provocados por la lluvia ácida, como se pone de manifiesto en
este epígrafe del artículo Polvo atmosférico y lluvia ácida.
La lluvia ácida es un
importante problema global. La acidez de algunas precipitaciones en el norte de
Estados Unidos y Europa es equivalente a la del vinagre. La lluvia ácida corroe
los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la
vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y suelos, sobre todo en
ciertas zonas del noreste de Estados Unidos y el norte de Europa. En estas
regiones, la acidificación lacustre ha hecho morir a poblaciones de peces. Hoy
también es un problema en el sureste de Estados Unidos y en la zona central del
norte de África. La lluvia ácida puede retardar también el crecimiento de los
bosques; se asocia al declive de éstos a grandes altitudes tanto en Estados
Unidos como en Europa.
CAPA
DE OZONO
En las décadas de 1970
y 1980, los científicos empezaron a descubrir que la actividad humana estaba
teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono, una región de la atmósfera
que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta. Si no existiera esa
capa gaseosa, la vida sería imposible sobre nuestro planeta. Los estudios
mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por el uso creciente de
clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración,
aire acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y
aerosoles. El cloro, un producto químico secundario de los CFC ataca al ozono,
que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para
formar monóxido de cloro. Éste reacciona a continuación con átomos de oxígeno
para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de cloro que descomponen
más moléculas de ozono.
Al principio se creía
que la capa de ozono se estaba reduciendo de forma homogénea en todo el
planeta. No obstante, posteriores investigaciones revelaron, en 1985, la
existencia de un gran agujero centrado sobre la Antártida; un 50% o más del
ozono situado sobre esta área desaparecía estacionalmente. En 2003, el tamaño
máximo alcanzado por el agujero de la capa de ozono sobre el polo sur fue de
unos 28 millones de kilómetros cuadrados. El adelgazamiento de la capa de ozono
expone a la vida terrestre a un exceso de radiación ultravioleta, que puede
producir cáncer de piel y cataratas, reducir la respuesta del sistema
inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar
al crecimiento del fitoplancton oceánico. Debido a la creciente amenaza que
representan estos peligrosos efectos sobre el medio ambiente, muchos países
intentan aunar esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero. No obstante, los CFC pueden permanecer en la atmósfera durante más
de 100 años, por lo que la destrucción del ozono continuará durante décadas.
HIDROCARBUROS
CLORADOS
El uso extensivo de
pesticidas sintéticos derivados de los hidrocarburos clorados en el control de
plagas ha tenido efectos colaterales desastrosos para el medio ambiente. Estos
pesticidas organoclorados son muy persistentes y resistentes a la degradación
biológica. Muy poco solubles en agua, se adhieren a los tejidos de las plantas
y se acumulan en los suelos, el sustrato del fondo de las corrientes de agua y
los estanques, y la atmósfera. Una vez volatilizados, los pesticidas se
distribuyen por todo el mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia
de las regiones agrícolas, e incluso en las zonas ártica y antártica.
Aunque estos productos
químicos sintéticos no existen en la naturaleza, penetran en la cadena
alimentaria. Los pesticidas son ingeridos por los herbívoros o penetran
directamente a través de la piel de organismos acuáticos como los peces y
diversos invertebrados. El pesticida se concentra aún más al pasar de los
herbívoros a los carnívoros. Alcanza elevadas concentraciones en los tejidos de
los animales que ocupan los eslabones más altos de la cadena alimentaria, como
el halcón peregrino, el águila y el quebrantahuesos. Los hidrocarburos clorados
interfieren en el metabolismo del calcio de las aves, produciendo un
adelgazamiento de las cáscaras de los huevos y el consiguiente fracaso
reproductivo. Como resultado de ello, algunas grandes aves depredadoras y
piscívoras se encuentran al borde de la extinción. Debido al peligro que los
pesticidas representan para la fauna silvestre y para los seres humanos, y
debido también a que los insectos han desarrollado resistencia a ellos, el uso
de hidrocarburos halogenados como el DDT está disminuyendo con rapidez en todo
el mundo occidental, aunque siguen usándose en grandes cantidades en los países
en vías de desarrollo. A comienzos de la década de 1980, el EDB o dibromoetano,
un pesticida halogenado, despertó también gran alarma por su naturaleza en
potencia carcinógena, y fue finalmente prohibido.
Existe otro grupo de
compuestos íntimamente vinculado al DDT: los bifenilos policlorados (PCB). Se
han utilizado durante años en la producción industrial, y han acabado
penetrando en el medio ambiente. Su impacto sobre los seres humanos y la vida
silvestre ha sido similar al de los pesticidas. Debido a su extremada
toxicidad, el uso de PCB ha quedado restringido a los aislantes de los
transformadores y condensadores eléctricos.
El TCDD es el más
tóxico de otro grupo relacionado de compuestos altamente tóxicos, las dioxinas
o dibenzo-para-dioxinas. El grado de toxicidad para los seres humanos de estos
compuestos carcinógenos no ha sido aún comprobado. El TCDD puede encontrarse en
forma de impureza en conservantes para la madera y el papel y en herbicidas. El
agente naranja, un defoliante muy utilizado, contiene trazas de dioxina.
Otras sustancias
tóxicas
RÍO
CONTAMINADO
La contaminación de
ríos y arroyos por contaminantes químicos se ha convertido en uno de los
problemas ambientales más graves del siglo XX. La contaminación se divide en
dos grandes grupos: la contaminación puntual y la no puntual. La primera
procede de fuentes identificables, como fábricas, refinerías o desagües. La no
puntual es aquella cuyo origen no puede identificarse con precisión, como las
escorrentías de la agricultura o la minería o las filtraciones de fosas
sépticas o depuradoras. Cada año mueren unos 10 millones de personas en el
mundo por beber agua contaminada.
Las sustancias tóxicas
son productos químicos cuya fabricación, procesado, distribución, uso y
eliminación representan un riesgo inasumible para la salud humana y el medio
ambiente. La mayoría de estas sustancias tóxicas son productos químicos
sintéticos que penetran en el medio ambiente y persisten en él durante largos
periodos de tiempo. En los vertederos de productos químicos se producen
concentraciones significativas de sustancias tóxicas. Si éstas se filtran al
suelo o al agua, pueden contaminar el suministro de agua, el aire, las cosechas
y los animales domésticos, y han sido asociadas a defectos congénitos humanos,
abortos y enfermedades orgánicas. A pesar de los riesgos conocidos, el problema
no lleva camino de solucionarse. Recientemente, se han fabricado más de 4
millones de productos químicos sintéticos nuevos en un periodo de quince años,
y se crean de 500 a 1.000 productos nuevos más al año.
RADIACIÓN
Aunque las pruebas
nucleares atmosféricas han sido prohibidas por la mayoría de los países, lo que
ha supuesto la eliminación de una importante fuente de lluvia radiactiva, la
radiación nuclear sigue siendo un problema medioambiental. Las centrales
siempre liberan pequeñas cantidades de residuos nucleares en el agua y la
atmósfera, pero el principal peligro es la posibilidad de que se produzcan
accidentes nucleares, que liberan enormes cantidades de radiación al medio
ambiente, como ocurrió en Chernóbil, Ucrania, en 1986. Un problema más grave al
que se enfrenta la industria nuclear es el almacenamiento de los residuos
nucleares, que conservan su carácter tóxico de 700 a 1 millón de años. La
seguridad de un almacenamiento durante periodos geológicos de tiempo es, al
menos, problemática; entre tanto, los residuos radiactivos se acumulan,
amenazando la integridad del medio ambiente.
PÉRDIDA
DE TIERRAS VÍRGENES
Deforestación por tala
y quema
Esta técnica de
deforestación, muy utilizada para despejar grandes áreas de bosque con fines
agrícolas y otros, es muy dañina para el medio ambiente. La gran cantidad de
dióxido de carbono desprendida contribuye al efecto invernadero. La
desaparición de los árboles y la cubierta vegetal destruye hábitats, acelera la
erosión y multiplica la carga de sedimentos de los ríos, haciendo que las
inundaciones estacionales sean mucho más graves.
Un número cada vez
mayor de seres humanos empieza a cercar las tierras vírgenes que quedan,
incluso en áreas consideradas más o menos a salvo de la explotación. La
insaciable demanda de energía ha impuesto la necesidad de explotar el gas y el
petróleo de las regiones árticas, poniendo en peligro el delicado equilibrio
ecológico de los ecosistemas de tundra y su vida silvestre. La pluvisilva y los
bosques tropicales, sobre todo en el Sureste asiático y en la Amazonia, están
siendo destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera, despejar suelo para
pastos y cultivos, para plantaciones de pinos y para asentamientos humanos. En
la década de 1980 se llegó a estimar que las masas forestales estaban siendo
destruidas a un ritmo de 20 ha por minuto. Otra estimación daba una tasa de
destrucción de más de 200.000 km2 al año. En 1993, los datos obtenidos vía
satélite permitieron determinar un ritmo de destrucción de casi 15.000 km2 al
año, sólo en la cuenca amazónica. Esta deforestación tropical podría llevar a
la extinción de hasta 750.000 especies, lo que representaría la pérdida de toda
una multiplicidad de productos: alimentos, fibras, fármacos, tintes, gomas y
resinas. Además, la expansión de las tierras de cultivo y de pastoreo para
ganado doméstico en África, así como el comercio ilegal de especies amenazadas
y productos animales podría representar el fin de los grandes mamíferos
africanos.
EROSIÓN
DEL SUELO
Formación de cárcavas
por efecto de la erosión
La formación de
cárcavas, una forma grave de erosión del suelo, es un proceso geológico natural
que puede verse acelerado por actividades del hombre como la deforestación, el
sobrepastoreo y la explotación agrícola. La erosión afecta a la capacidad de
absorción del suelo y añade sedimentos a las corrientes de agua. Estos procesos
se dan en todos los continentes debido a la superpoblación y la
industrialización.
La erosión del suelo se
está acelerando en todos los continentes y está degradando unos 2.000 millones
de hectáreas de tierra de cultivo y de pastoreo, lo que representa una seria
amenaza para el abastecimiento global de víveres. Cada año la erosión de los
suelos y otras formas de degradación de las tierras provocan una pérdida de
entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierras cultivables. En el Tercer Mundo, la
creciente necesidad de alimentos y leña han tenido como resultado la
deforestación y cultivo de laderas con mucha pendiente, lo que ha producido una
severa erosión de las mismas. Para complicar aún más el problema, hay que tener
en cuenta la pérdida de tierras de cultivo de primera calidad debido a la
industria, los pantanos, la expansión de las ciudades y las carreteras. La
erosión del suelo y la pérdida de las tierras de cultivo y los bosques reduce
además la capacidad de conservación de la humedad de los suelos y añade
sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los embalses. Véase también
Degradación del suelo.
Los problemas de
erosión descritos más arriba están agravando el creciente problema mundial del
abastecimiento de agua. La mayoría de los problemas en este campo se dan en las
regiones semiáridas y costeras del mundo. Las poblaciones humanas en expansión
requieren sistemas de irrigación y agua para la industria; esto está agotando
hasta tal punto los acuíferos subterráneos que empieza a penetrar en ellos agua
salada a lo largo de las áreas costeras en Estados Unidos, Israel, Siria, los
estados árabes del golfo Pérsico y algunas áreas de los países que bordean el
mar Mediterráneo (España, Italia y Grecia principalmente). Algunas de las
mayores ciudades del mundo están agotando sus suministros de agua y en
metrópolis como Nueva Delhi o México D.F. se está bombeando agua de lugares
cada vez más alejados. En áreas tierra adentro, las rocas porosas y los
sedimentos se compactan al perder el agua, ocasionando problemas por el
progresivo hundimiento de la superficie; este fenómeno es ya un grave problema
en Texas, Florida y California.
El mundo experimenta
también un progresivo descenso en la calidad y disponibilidad del agua. En el
año 2000, 508 millones de personas vivían en 31 países afectados por escasez de
agua y, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
aproximadamente 1.100 millones de personas carecían de acceso a agua no
contaminada. En muchas regiones, las reservas de agua están contaminadas con
productos químicos tóxicos y nitratos. Las enfermedades transmitidas por el
agua afectan a un tercio de la humanidad y matan a 10 millones de personas al
año.
Durante la década de
1980 y a comienzos de la de 1990, algunos países industrializados mejoraron la
calidad de su aire reduciendo la cantidad de partículas en suspensión así como
la de productos químicos tóxicos como el plomo, pero las emisiones de dióxido
de azufre y de óxidos nitrosos, precursores de la deposición ácida, aún son
importantes.
LA
CUMBRE DE LA TIERRA
La Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Cumbre
de la Tierra o Cumbre de Río, se celebró en 1992. Los representantes de 178
países asistieron a la cumbre en Río de Janeiro, Brasil. En esta foto el que
sería vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, se dirige a la audiencia.
En junio de 1992, la
Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, también
conocida como la Cumbre de la Tierra, se reunió durante 12 días en las
cercanías de Río de Janeiro, Brasil. Esta cumbre desarrolló y legitimó una
agenda de medidas relacionadas con el cambio medioambiental, económico y
político. El propósito de la conferencia fue determinar qué reformas medioabientales
era necesario emprender a largo plazo, e iniciar procesos para su implantación
y supervisión internacionales. Se celebraron convenciones para discutir y
aprobar documentos sobre medio ambiente. Los principales temas abordados en
estas convenciones incluyeron el cambio climático, la biodiversidad, la
protección forestal, la Agenda 21 (un proyecto de desarrollo medioambiental de
900 páginas) y la Declaración de Río (un documento de seis páginas que
demandaba la integración de medio ambiente y desarrollo económico). La Cumbre
de la Tierra fue un acontecimiento histórico de gran significado. No sólo hizo
del medio ambiente una prioridad a escala mundial, sino que a ella asistieron
delegados de 178 países, lo que la convirtió en la mayor conferencia celebrada
hasta ese momento.
Entre el 26 de agosto y
el 4 de septiembre de 2002, diez años más tarde de que tuviera lugar la primera
Cumbre de la Tierra, se celebró en la ciudad de Johannesburgo la Cumbre de las
Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida también como Río+10.
Asistieron representantes de 191 países y se acordó un Plan de Acción que
incluía el compromiso de reducir el número de personas que no tienen acceso al
agua potable y a las redes de saneamiento de aguas residuales, la defensa de la
biodiversidad o la recuperación de las reservas pesqueras mermadas.
PERSPECTIVAS
Las perspectivas de
futuro, en lo que al medio ambiente se refiere son poco claras. A pesar de los
cambios económicos y políticos, el interés y la preocupación por el medio
ambiente aún es importante. La calidad del aire ha mejorado, pero están
pendientes de solución y requieren una acción coordinada los problemas de la
lluvia ácida, los clorofluorocarbonos, la pérdida de ozono y la enorme
contaminación atmosférica del este de Europa. Mientras no disminuya la lluvia
ácida, la pérdida de vida continuará en los lagos y corrientes del norte, y
puede verse afectado el crecimiento de los bosques. La contaminación del agua
seguirá siendo un problema mientras el crecimiento demográfico continúe
incrementando la presión sobre el medio ambiente. La infiltración de residuos
tóxicos en los acuíferos subterráneos y la intrusión de agua salada en los
acuíferos costeros de agua dulce no se ha interrumpido.
El agotamiento de los acuíferos
en muchas partes del mundo y la creciente demanda de agua producirá conflictos
entre el uso agrícola, industrial y doméstico de ésta. La escasez impondrá
restricciones en el uso del agua y aumentará el coste de su consumo. El agua
podría convertirse en la crisis energética de comienzos del siglo XXI. La
contaminación de las aguas dulces y costeras, junto con la sobreexplotación, ha
mermado hasta tal punto los recursos de los caladeros piscícolas que sería
necesario suspender la pesca durante un periodo de cinco a diez años para que
las especies se recuperaran. Si no se desarrollan esfuerzos coordinados para
salvar hábitats y reducir el furtivismo y el tráfico internacional ilegal de
especies salvajes, muchas de ellas se extinguirán. A pesar de nuestros
conocimientos sobre cómo reducir la erosión del suelo, éste continúa siendo un
problema de alcance mundial. Esto se debe, en gran medida a que muchos
agrónomos y urbanistas muestran un escaso interés por controlarla. Por último,
la destrucción de tierras vírgenes, tanto en las regiones templadas como en las
tropicales, puede producir una extinción masiva de formas de vida vegetales y
animales.
Para reducir la
degradación medioambiental, las sociedades deben reconocer que el medio
ambiente es finito. Los especialistas creen que, al ir creciendo las
poblaciones y sus demandas, la idea del crecimiento continuado debe abrir paso
a un uso más racional del medio ambiente, pero que esto sólo puede lograrse con
un espectacular cambio de actitud por parte de la especie humana. El impacto de
la especie humana sobre el medio ambiente ha sido comparado con las grandes
catástrofes del pasado geológico de la Tierra; independientemente de la actitud
de la sociedad respecto al crecimiento continuo, la humanidad debe reconocer
que atacar el medio ambiente pone en peligro la supervivencia de su propia
especie.
Dentro de los esfuerzos
por controlar el deterioro medioambiental, en marzo de 2002, se puso en órbita
el satélite ambiental europeo Envisat, con el fin de obtener información
precisa sobre el medio ambiente. El Envisat dispone de 10 instrumentos
científicos que recogerán datos sobre el nivel de los océanos, las emisiones de
gases de efecto invernadero, las inundaciones, el tamaño de la capa de ozono, o
la deforestación, entre otros. Los datos enviados por el satélite servirán, no
sólo para conocer el estado de los ecosistemas, sino también para tomar
decisiones políticas y controlar el cumplimiento, por parte de los distintos
países, del Protocolo de Kioto y de otros tratados medioambientales.
Nota: 8.0
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